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zvaayt

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  1. Buenas, soy uno de los ganadores del concurso "Convénceme", paso a rellenar el formulario. Nombre y Apellido que vayas a usar in game : Martín Dasz Edad y fecha de nacimiento : 24 años (27/11/1995) Experiencia previa en roleplay : Ninguna lamentablemente, solo ver a streamers rolear en este servidor. Historia completa de tu personaje (cómo lo interpretarás, procedencia, qué pretende ser, aspiraciones, miedos etc...): "Los hermanos sean unidos Porque esa es la ley primera Tengan unión verdadera En cualquier tiempo que sea Porque si entre ellos se pelean Los devoran los de afuera." Me llamo Martín, Martín Dasz, o eso es lo que tengo que recordar de ahora en más, algo a lo que me va a llevar tiempo acostumbrarme. Nací en Los Santos, entre basurales, drogas y vagabundos. Mi madre era una adicta, una adicta con un hijo al que no podía criar, incluso con ayuda. La única buena decisión que ella tomaría en su vida fue la de abandonarme en las puertas de un orfanato, en una canasta con una mensaje, sencillo y al pie: "No puedo cn el se yama Martín cuidenlo xque yo no puedo lo siento". Crecí ahí, entre chicos que corrían con mi misma suerte, el abandono, el sentimiento de sentirse apartado ya sea por una cosa o la otra. Eso en algunos generaba mucho resentimiento y mucha tristeza , mientras yo por otra parte no me sentía así, era feliz porque ese mundo era todo lo que yo conocía en ese momento. Las personas encargadas del lugar me criaron con todo el amor del mundo. Valores, respeto, fui aprendiendo todo eso a medida que crecía, ellos me aseguraban que con esas herramientas solo era cuestión de tiempo que una familia venga y se enamore de mí. A la edad de cinco años conocí a María y Alfredo Ibañez, mi nueva familia, se presentaron ante mí y supongo que los cautivé, fue amor a primera vista. Los trámites de la adopción fueron rápidos y no tarde tanto en conocer la casa de los Ibañez, mi nuevo hogar. María y Alfredo eran los dueños de una fábrica, eran adinerados y tenían un hijo, Sergio de siete años. Buscaron un segundo hasta el hartazgo pero por esas cosas de la vida y, después de sufrir mucho, optaron por la adopción. Mi infancia con ellos fue serena y tranquila, a pesar de lo adinerados que pudieran ser, no eran para nada fríos, todo lo contrario, rompieron con los esquemas de familia adinerada la cual le paga a una mucama para que críe a los hijos de estos por falta de tiempo, la misma bondad que supieron brindarme en el orfanato me la dieron los Ibañez. Me sentía bien, cómodo, feliz deseando que esto nunca se terminara, pero... pasaron cosas. Me mandaron a la misma escuela que a Sergio años después, me fue muy difícil adaptarme, recordemos que para ese momento, toda mi vida había vivido en un establecimiento aislado de lo que es una familia y, también, de niños que tampoco tenían una. Recuerdo mi primera clase, esa ansiedad de estar solo de nuevo, por mi cuenta, fue tanto la presión que no aguanté y rompí en llanto. Los directivos pudieron calmarme y al sonar la campana me mandaron al recreo sin decir más, busqué a mi hermano lo más rápido que pude para no despegarme, él me sentó en un banco a contarme chistes para calmarme y a mandarme a viajar contándome sus aspiraciones a ser un superhéroe. En ese momento ellos aparecieron, compañeros de la clase de Sergio, comenzaron a reírse y uno dijo: "¿Así que vos sos el pibe que fue a mariconear a dirección?, ¿otro autista más Sergio?, ¿qué carajo hacés con él?". Mi hermano al instante se levantó y empujó a ese hijo de puta ante mi sorprendida y boquiabierta expresión, en la caída parece que el muy gracioso se torció la mano, con eso y llanto llamó la atención de toda la escuela y también de los directivos, nos habíamos metido en problemas, uno de los tantos que tendríamos... Llamaron a nuestros padres. En eso, me di cuenta que desde que llegué a la escuela no había dicho ni una sola palabra, sorprendido miré a mi hermano que estaba a mi lado, él correspondió y atiné a decirle: - No debiste. - Mamá y papá nos dijeron que nos cuidemos, hoy por vos, mañana por mí. Nunca fue así, yo nunca pude acomodarme en este mundo, nunca pude abandonar esa timidez, ese miedo. Eso llevó a constantes burlas y maltratos en clases, en los recreos, en las salidas, era un infierno. A pesar de eso ahí estaba él, siempre a mi lado para defenderme, a veces haciendo mucho ruido, más del necesario. Era mi protector más de lo que yo era para él, me sentía una carga... para mi propio hermano, ¿cómo era posible que no pueda emitir sonido ante tales maltratos?, ¿por qué me pasaba esto?.A Sergio esto no le importaba, solo cumplía con su rol de hermano y al hacerlo le cayeron un montón de sanciones, jamás voy a entender por que él era el único afectado por estos correctivos y no la otra parte del alumnado que me acosaba permanentemente, puta injusticia. Los años fueron pasando y a medida que mis compañeros iban "madurando" cesaban las molestias hacia mi persona. Pero ¿cambié?, por supuesto que no, seguía temeroso de este mundo que sentía que no me correspondía. Escolarmente me iba muy bien, eso de ser un chico solitario me daba mucho tiempo libre que usaba para leer, al no poder estar en paz en los patios a la hora del recreo, pasaba la mayoría del tiempo en la biblioteca adelantando materias e instruyéndome en otras cosas. Hubiera dado toda esa inteligencia por un poco de "habilidad" en el ámbito social. La secundaria empezó y con eso, el declive de esta hermosa familia. Sergio se metía en demasiados problemas, más de lo que mis padres acostumbraron a soportar, lo vivían castigando y él respondía escapándose de la casa. Las noches que habré vivido viendo a mi madre en la mesa del comedor llamando a la policía preocupada... empapada en lagrimas y desesperación. Y yo, yo no decía nada, la abrazaba, la contenía, pero no podía ponerme en contra de mi hermano, era su naturaleza, era salvaje e indomable, no medía las consecuencias de sus actos, mientras que yo por otra parte era sumiso, callado y me apegaba siempre a las reglas por más descabelladas que estas fueran, eran mandamientos que yo debía seguir rigurosamente. Creía en el orden de las cosas, sin estas reglas no habría nada que nos diferenciara de los animales. Pero más allá de mi pensamiento en cuanto al orden, yo lo entendía, comprendía que uno no se puede mantener en un molde para siempre, él necesitaba algo más que esto, lamentablemente, las mierdas que acompañaron a Sergio en este proceso lo dilapidarían más adelante. Terminé mis estudios en el profesorado de Química a la edad de 21 años junto con mi hermano que con mucho esfuerzo y dedicación se recibió en leyes, nos ayudamos demasiado en este proceso, creo que yo más a él, eso del estudio no era su fuerte, al fin le pude ser útil en algo más que ser el que necesita que alguien lo defienda. Hubo muchos baches en este camino, uno muy fuerte fue la muerte de nuestro padre, Alfredo. Tuvo un infarto a los 55 años del cual no pudo recuperarse. Eso a los tres (mi madre, mi hermano y yo) nos devastó, fue algo que nadie esperaba. Hasta ese momento mi papá era un hombre fuerte y sano, se ejercitaba, trabajaba de acá para allá y descansaba bien, no sé por qué se nos termino yendo. Creo que fui el más afectado, de hablar poco pasé a un estado catatónico que creía que iba a ser irreversible. Por suerte mi hermano siempre estuvo ahí, dejó de lado el desorden, las travesuras y las salidas nocturnas para acompañarme en este dolor. Jamás lo vi llorar, nunca le pregunté por qué, supuse que fue para que no me hiciera peor, creo que retuvo todo ese dolor para sus adentros y se concentró en aliviar el mío y el de mi madre. Oh, mi madre, que mujer más fuerte, tuvo que encargarse de una fábrica textil ella sola, de ella dependían más de cincuenta familias y entre ellas estábamos nosotros que la apoyamos en todo lo que tuviera a nuestro alcance. Por eso tenía que controlar que Sergio no se desviara por nada del mundo, eramos tres y en ese momento estábamos demasiado frágiles para seguir aguantando la falta de respeto de mi hermano ante la autoridad, ese era mi trabajo en ese entonces, alinearlo y creí haberlo conseguido. María, nuestra madre falleció años después de terminar nuestras carreras, un cáncer que la fulmino en pocos meses sin siquiera darnos tiempo de encontrar algún tratamiento efectivo. Ahora me tocaba a mí callar ese dolor para consolar a mi hermano. No lo conseguí, no pude calmar a ese motor de furia e ira, sabía que tarde o temprano iba a pasar esto, iba a implosionar, a autodestruirse. Viví un año entero pagando sus fianzas, estaba metido en drogas y alcohol. No duró mucho así porque lo metí a la fuerza a rehabilitación. Mientras él estaba ahí yo seguía con el tonto intento de integrarme al mundo. Me terminé casando con una mujer a la cual nunca amé, supongo que la usé de alguna forma solo por la necesidad de tener a algún ser humano a mi lado. Terminó mal y rápido, un divorcio sin muchos trámites y a otra cosa, era lo mejor para los dos. Sergio logró salir de rehabilitación como una persona nueva, había recuperado a mi hermano, estábamos muy felices, nos dimos un abrazo que nunca voy a olvidar, toda la mierda vivida hasta ese momento la habíamos dejado atrás, era hora de salir adelante. Un miércoles de Agosto él venía por una autopista en una moto en dirección a nuestro hogar, para ese entonces estábamos viviendo juntos hasta que Sergio juntara el suficiente dinero para poderse mudar a otra parte. Un policía en persecución de un robo simple a mano armada se "despistó" embistiendo a mi hermano de frente y asesinándolo en el acto. Yo a cincuenta kilómetros del lugar, saliendo de un bar recibí una llamada, era del celular de mi hermano, pero él no habló sino el paramedico encargado del operativo que me informaba que Sergio, todo lo que quedaba de mi familia, había dejado de existir. Después de muchísimo tiempo volvía a estar solo, sin una familia, sin nadie, me había perdido a mí mismo para siempre. Todo se fue al caño cuando liberaron al policía que le había quitado la vida a mi hermano, catalogándolo de accidente, "la muerte de un adicto es algo muy triste, pero no pesa en la conciencia de nadie, por lo menos, no va a pesar en la mía", esas putas palabras habían sellado su destino. Me había olvidado completamente de las reglas, del orden, solo veía la palabra "INJUSTICIA" y nada más. Lo investigué, otro cana corrupto del montón, utilizaba a los indigentes para vender los estupefacientes que incautaban, una escoria. Los amenazaba y golpeaba para lograr su cometido y luego se iba de lo más tranquilo, sin ningún remordimiento. Agarré mis libros y empecé a idear un plan, no habría vuelta atrás, me convertiría en un asesino, un pecador, pero habría hecho justicia, esa misma que no estuvo ahí para mi hermano. Meses después fuí a la estación de policía con la excusa de pagar unas multas, sudaba, me trababa al hablar y ahí sucedió. Ramirez era el policía que me había arrebatado todo lo que quedaba de mi familia, lo rastreé y horas antes de que yo me presentara ante la estación, pude poner una bomba cuyo activador estaba en mi teléfono, no fue difícil, todos los Lunes a primera hora visitaba ese espacio debajo del puente en donde convivían los pobres de esta puta ciudad. Corrí hacia el vehículo estacionado sin que nadie me viera y lo pegué al guardabarros, después de eso me fui con mi cabeza dando mil vueltas, ¿qué iba a ser de mi vida después de esto?. Lo vi saliendo de la sala de interrogatorios, había un robo en Vinewoods Hills, alcancé a escuchar desde su radio. No me reconoció, no pude decirle nada, estaba congelado por la ira que me generaba él y el miedo de lo que podría llegar a pasar. Se acerco a su vehículo, lo vi subirse y llamé al dispositivo fingiendo haber recibido una llamada, explotó. Cientos de personas alrededor fueron testigos de lo que había hecho sin pensar que el mismo autor estaba en frente de ellos. Salí corriendo y me perdí en la muchedumbre. ¿En qué me había convertido?, me pregunté eso miles de veces mientras vomitaba en un callejón sin parar, yo no era esto, ¿esta era mi forma de "defender" la memoria de mi hermano?, ¿él hubiera hecho lo mismo o de otra forma?, no lo sé, pero necesitaba verlo, verlo a él y a mis padres... Esa misma tarde, fui al cementerio en donde estaba descansando, ahora en paz, toda mi familia. Lloré desconsoladamente, no podía aguantar con la idea de haberme convertido en lo que siempre había criticado, un ser fuera de la ley, fuera del orden. Oí las sirenas, sabía que tarde o temprano iban a atar cabos y a buscarme, y sabían muy bien donde, no eran tontos. Pero tenía miedo y huí, tomé mi auto y salí directo a la autopista de Pacific Bluffs sin pensarlo. La persecución no duro mucho, un "PIT" selló mi destino, salí volando por un acantilado perdiendo el control directo al océano. Quién iba a pensar que mi ángel de la guarda me iba a salvar una vez más... Martín Ibañez murió ese día, o al menos, eso decían los medios. Titularon el acto como una venganza, yo lo veo de otra forma, yo hice justicia. Una venganza requiere del sentimiento de querer hacer sufrir a una persona, yo no lo hice, Ramirez murió sin dolor y rápido. ¿Me arrepiento?, todos los días, causé miedo en la ciudad, ¿quién sabe si traumé a alguien?, pero lo estoy pagando, estoy solo en el desierto viviendo de las sobras de una metrópoli a la que le debo mucho. Quiero volver, no a mi vida de antes, quiero empezar de nuevo, pagarle a ese lugar y a sus ciudadanos por todo lo que les pude llegar a hacer. Defender a los que no pueden defenderse por sí mismos, hacer cumplir con la ley que tanto había enamorado a mi hermano cuando pude enderezarlo, dejar de tener miedo, ser por fin una persona, una persona normal. Martín guardó su confesión en una caja y arrojó la misma al océano, ese mismo que lo había visto renacer. Cualquier cosa que quieras añadir (Opcional): * Martín actualmente tiene 26 años. * Lo que hizo fue específicamente planeado para no herir a nadie más que a Ramirez. * Es tímido y temeroso, pero ante traumas emocionales muy grandes podría perderse de nuevo. * Voy a interpretarlo como expliqué en el punto anterior, agregándole el respeto, los valores que les fueron inculcados a medida que iba creciendo, su característico sentido de la justicia y su apegamiento al orden, esperando jamás sobrepasar el mismo. * Sus aspiraciones, por si no quedaron claras, es la de empezar de nuevo, pagar por sus acciones en Los Santos y recordar la memoria de su hermano haciendo cumplir la ley.
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