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Invitación - OsSergio


OsSergio

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Nombre y Apellidos: Alejandro Rivera

 

Edad y fecha de nacimiento: 25 años, 21 de abril de 1994

 

Experiencia previa en roleplay: Casi 1 año, en varios servidores de la comunidad española, formando parte de la administración en uno de ellos

 

Historia del personaje

 

Nacido en la ciudad de Madrid, en España, el 21 de abril de 1980, hijo de Ricardo y Raquel, ambos agentes de policía. Tuvo la oportunidad desde bien pequeño de poder estar en buenos colegios de la ciudad y hacer grandes amistades. Debido a que día a día su padre le contaba pequeñas historias sobre como la policía ayudaba a la gente y atrapaba a los “malos”, el deseo de querer ser policía fue creciendo en él.

 

Este deseo fue en aumento mientras cursaba los estudios obligatorios y pre universitarios, tanto que, su mayor aspiración fue la de tomar el relevo de su padre al frente de la comisaria más importante de Madrid, para ello, su dedicación y esfuerzo fue tal que hora tras hora solo buscaba el tener más y más conocimiento sobre leyes, artículos de la Constitución etc.

 

Durante sus estudios universitarios eran numerosos los casos prácticos que sus profesores le ofrecían, pero siempre destacaba en los psicológicos, ya que su pasión siempre fueron los estudios sobre la conducta y la mente de los delincuentes y su forma de actuar… era casi obsesivo…

 

Logró licenciarse en la carrera de derecho, llegando a obtener uno de los mejores expedientes de su promoción.

 

Ahora le quedaba un reto más por delante antes de alcanzar ese gran sueño, aprobar las oposiciones al cuerpo de policía, pero no se presentaría a las pruebas de la Escala Básica, ya que, con su grado en derecho, podía hacerlo para la Escala Ejecutiva directamente y así entrar con un rango superior y más cercano al de su padre.

 

El aprobado llegó sin cierta dificultad, pues gracias a los conocimientos que adquirió durante la carrera y a su afición por el ciclismo, las pruebas teóricas y físicas fueron aprobadas a la primera.

 

Fueron pasando los años y con ellos los ansiados ascensos que poco a poco le acercaron al sitio que ocupaba su gran referente, su padre, el cual se había jubilado recientemente debido a un accidente de tráfico que sufrió durante un viaje a su pueblo natal.

 

Tras conseguir el último aprobado y ascender de rango, su momento había llegado, iba a convertirse en el comisario más joven en la historia de la policía en España, pero una llamada de teléfono lo cambió todo…

 

El Jefe Superior de Policía de la ciudad de Manchester, se interesó en Rivera para ofrecerle el cargo de Jefe de Policía de dicha ciudad ya que su hermano y Rivera habían estudiado juntos en la Universidad y estaba al tanto de los logros de Rivera.

 

Se trasladó a Manchester, donde el reto era aún mayor que el de suceder a su padre, estar al frente de una comisaría, pero con otras leyes, otros hábitos, en definitiva, salir de su zona de confort para enfrentarse a un verdadero reto y la oportunidad de demostrar a sus padres su valía y capacidad.

 

En su nuevo destino, el comienzo no fue nada fácil… lo primero aprender el idioma y las numerosas leyes y códigos penales que había en dicho país.

 

Encontró apoyo en una chica, llamada Zoe o “Z” como a él le gustaba llamarla, que al igual que él, llegaba nueva a esa comisaría y como no, la iba a poner a prueba, pues él no iba a permitir que su equipo fuese la burla de la ciudad.

 

Tan importante era para él la disciplina y el compromiso que se lo hizo saber a todo su equipo al expulsar del cuerpo a un cadete, al cual habían sorprendido en un robo de un vehículo de un civil.

 

Rivera y Zoe acabaron siendo muy amigos ya que compartían patrullajes, afición por las excursiones y sobre todo, los interrogatorios y las investigaciones a grupos peligrosos.

Para Rivera, Zoe era el agente con más proyección y talento que había visto en esa comisaría, tanto que, llegado el momento, haría todo lo posible porque ella ocupase el puesto que ahora él tenía.

 

Meses más tarde llegaría un nuevo compañero, Sora, el cual se convirtió en su hermano. Su forma de ver la vida y afrontar los problemas, ayudarían a Rivera en múltiples situaciones difíciles como interrogatorios o en el ámbito más personal, pues debido al cargo de Rivera, el alto estrés y situaciones límites con rehenes, le hacían en muchos momentos estar distante y en muchas ocasiones, borde.

 

Los tres formaron un equipo imparable, las detenciones se sucedían una detrás de otra, muchos de los patrullajes se convertían en simples paseos, pues el nivel de delincuencia era mínimo y las felicitaciones llegaban de todas partes, incluidas desde España, de la que venían las que más ilusionaban y emocionaban a Rivera, las de sus padres.

 

Pero si tan bien estaba allí, ¿por qué irse de allí? ¿por qué vivir en Los Santos?

 

No todas las personas en ese país iban a ser respetuosas y amantes de la ley, como en toda ciudad también existen esas personas que buscan el solucionar sus vidas con drogas, armas, secuestros, etc.

 

Cierto es que existían algunos grupos o bandas (como ellos se hacían llamar), que trataban de acabar con todos los logros conseguidos por la policía, pero de entre todas, Rivera solo tenía ojos y obsesión con una, la cual se localizaba en uno de los peores barrios de la ciudad en la que se ubicaba la comisaría.

 

Era una banda formada por 6 miembros, los cuales fueron todos detenidos por Rivera en más de una ocasión. De entre todos destacaba su líder, el cual, tenía todo aquello que odiaba Rivera en una persona: la manipulación y el control de la gente mediante la fuerza. En definitiva, el utilizar a la gente para enriquecerse a su costa.

 

El resto de la banda eran simples peones a su merced, pues hacían y deshacían según lo marcado y estipulado por el líder.

 

La delincuencia fue en aumento y dicha banda iba tomando cada vez más fuerza y respeto entre la gente de los peores barrios de la ciudad.

 

Los secuestros, amenazas, tiroteos y robos se sucedían uno tras otro.

 

La ciudad entró en caos y el pánico y el miedo empezaron a ser más que notorios en la ciudadanía…

 

Los esfuerzos de Rivera por calmar a la ciudadanía fueron más que numerosos, llegando incluso a infiltrar agentes dentro de esa organización o el propio cambio de identidad para así conseguir las pruebas definitivas para terminar con esa banda.

 

Desafortunadamente todo fue en vano…

 

Las noticias solo hablaban de los altos índices de delincuencia que atemorizaban las calles y, sobre todo, si la policía estaría preparada para acabar con esta.

 

A esto se le sumó la renuncia de varios de sus agentes, debido a que veían en otros destinos la oportunidad de poder librarse de los numerosos riesgos que tenían los patrullajes.

 

A pesar de ello, Rivera aún contaba con el apoyo de Z y Sora, los cuales se “mataban” a trabajar y patrullar para velar por la seguridad de la ciudadanía, que al fin y al acabo era lo que habían prometido en un primer día en el cuerpo.

 

Pero durante un servicio, la alarma de una joyería saltó y, como era de esperar, Rivera y Zoe, que eran los agentes que estaban de servicio, acudieron lo más rápido que pudieron. Al llegar al local, Zoe informó por radio de que en su interior permanecían 2 personas arrodilladas y con bolsas en la cabeza, efectivamente, eran 2 rehenes y uno de ellos llevaba el uniforme de policía.

 

Las negociaciones con los 2 atracadores fueron largas, pero tras varias horas, los rehenes salieron ilesos, el objetivo estaba cumplido, pero a la hora de la identificación, se dieron cuenta de que el agente que había sido secuestrado era Sora, el cual se encontraba en un estado físico lamentable, con múltiples golpes en el rostro y en el cuerpo.

 

Justo en ese momento y aprovechando el revuelo, los atracadores lograron escapar por una de las ventanas y se iniciaba así una persecución por gran parte de las calles de la ciudad, a la que se sumaría Sora, pues su rabia solo le llevaba a pensar en capturar a esos sujetos.

 

Tras varios minutos de persecución, los atracadores cometen el error de meterse en un parking público, quedándose sin salida.

 

Es entonces cuando se inicia un tiroteo donde los dos atracadores son abatidos por los agentes, pero en el que desgraciadamente, cae herida Zoe…

 

Los servicios sanitarios se apresurarían en llevar a los heridos al hospital para tratar de curar todas las heridas de los atracadores y de Zoe. Durante su recuperación, se mantuvo al lado de ella en todo momento, pues se sentía responsable de que ella estuviera así.

 

Ella se recuperó a las semanas y le mostró su agradecimiento a Rivera por todo lo que la había cuidado durante su recuperación en el hospital, pero el tono de voz era distinto, era más apagado, frio, distante…

 

Rivera rápido se lo notó y le pidió a Zoe que se reunieran en el despacho para hablar tranquilamente sobre todo lo que había pasado y para saber si se encontraba con fuerzas de volver a los patrullajes.

 

Las preguntas se sucedían una tras otra, pero nunca obtuvo una respuesta que le resultara convincente, hasta que, tras formular una de esas preguntas, ella, con la cabeza agachada y entre lágrimas, pronunció las que serían las palabras más duras jamás escuchadas por Rivera: “Jefe, lo dejo. No me siento segura en esta ciudad”

 

Sin contestación alguna, y con el gesto de la cara serio, Rivera se abrochó el abrigo, cogió las llaves del su tan amado coche y salió del despacho en el que estaban.

 

Su mano derecha, su sucesora, esa por la que tanto se había esforzado y en la que tanto confiaba, acababa de darle el mayor golpe de toda su vida.

 

“No me siento segura en esta ciudad”, esa frase que se repetía una y otra vez en la cabeza de Rivera y que le atormentaba minuto tras minuto.

 

Y fue ahí, en ese momento, donde sucedió el capítulo final.

 

A la renuncia de Zoe, le sucedió una investigación de la Jefatura Superior de Policía, ya que las numerosas renuncias de los agentes y los altos índices de delincuencia mostraban que la gestión y actuaciones estaban siendo ineficaces.

 

El posterior informe concluyó que Rivera no estaba capacitado para seguir ocupando el cargo y le destituyeron.

 

Sin rumbo y perdido, Rivera decidió establecerse en otros países como Italia o Francia, pero sin fortuna, pues el tormento de aquella frase le perseguía allá adónde iba…

 

¿Conseguirá en la Ciudad de Los Santos recuperar esa paz?

Solo el tiempo lo dirá…

 

 

-          Sus miedos: el no poder olvidar todo aquello y llegar a tener alguien al lado al que pueda llegar a fallar como con Zoe.

-          Aspiraciones: poder olvidar todo lo ocurrido, conseguir darse otra oportunidad personal para ser feliz y recuperar esa vocación de ayudar a los demás desinteresadamente

-          Cualidades: observador, meticuloso y cercano con las personas.

-       Cualquier cosa que quieras añadir: su personalidad irá cambiando a mejor siempre y cuando los roles le permitan el liberarse de esa carga psicológica que tiene. La idea es mantener un rol de civil alejado totalmente de las bandas, pero no se descarta la posibilidad de poder pertenecer a los sanitarios o policía si el rol se llegase a producir.

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Buenas @ alex_casti94!

 

Tu invitación ha sido denegada momentáneamente. 

 

Se me hace muy corta la historia, te recomiendo que desarrolles algo mas la vida de tu PJ, nos gustaría que hablaras sobres sus miedos, aspiraciones, etc... de su infancia no me has explicado nada, me gustaría saber como fueron sus estudios, amistades, relaciones, etc... Tienes un salto muy grande del nacimiento a los estudios universitarios

 

PD: No edites tu mensaje, responde a este mismo.

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Nombre y Apellidos: Alejandro Rivera

Edad y fecha de nacimiento: 25 años, 21 de abril de 1994

Experiencia previa en roleplay: Casi 1 año, en varios servidores de la comunidad española, formando parte de la administración en uno de ellos

Historia del personaje

Nacido en la ciudad de Madrid, en España, el 21 de abril de 1980, hijo de Ricardo y Raquel, ambos agentes de policía. Tuvo la oportunidad desde bien pequeño de poder estar en buenos colegios de la ciudad y hacer grandes amistades. Era un niño alegre y muy activo, siempre muy cariñoso. Debido a que día a día su padre le contaba pequeñas historias sobre como la policía ayudaba a la gente y atrapaba a los “malos”, el deseo de querer ser policía fue creciendo en él y, al igual que su padre, ser capaz de ayudar a todo el mundo y capturar a los delincuentes. De su madre, la cual se dedicaba a la investigación de los sujetos considerados como peligroso y grupos organizados, fue aprendiendo la capacidad de observar y la importancia de que cualquier detalle puede pasar de insignificante a ser de vital importancia.

Este deseo fue en aumento mientras cursaba los estudios obligatorios y preuniversitarios, tanto que, su mayor aspiración fue la de tomar el relevo de su padre al frente de la comisaria más importante de Madrid, para ello, su dedicación y esfuerzo fue tal que hora tras hora solo buscaba el tener más y más conocimiento sobre leyes, artículos de la Constitución, etc.

Fue durante estos años cuando Rivera conoció a lo que serían sus tres mejores amigos, eran casi como hermanos, inseparables, llegaron a describir en numerosas ocasiones sus profesores. Sus nombres eran Carlos, Hugo y Luis. Gracias a ellos, Rivera descubriría el valor de una amistad verdadera y desinteresada, sobre todo por las numerosas experiencias vividas, pero de la cuales, Rivera siempre recordaría una…

Todo ocurrió en verano, los cuatro acababan de cumplir los 18 años y ese iba a ser su “último gran verano” juntos antes de empezar la universidad. Al ser amantes del deporte, los cuatro organizaron una excursión con bicicleta, algo que desde años les apasionaba pues ese sentimiento de superación, competitividad y libertad les hacía llegar a sitios donde por coche era prácticamente imposible acceder. Los padres de Rivera les dejaron en una casa rural de un pueblo cerca de Madrid, donde pasarían 3 días disfrutando de sus bicicletas y otras actividades deportivas.

Todo fue bien durante el primer día, los cuatro realizaron una ruta de senderismo y esperaban ansiosos a que llegase el día siguiente para poder realizar la tan ansiada excursión.

Amaneció, los cuatro se despertaron ilusionados y casi sin terminar desayunar, se fueron rápidamente a equiparse con su ropa de ciclismo y todo lo necesario para realizar la excusión. Dicha excursión contaría con un guía que les ayudaría a orientarse por algunas de las rutas más difíciles, pero Carlos, que era el más aventurero, trato de convencer al resto para ir solos a explorar cada rincón del bosque.

A pesar de que a Rivera no le convencía la idea, accedió, ya que confiaba en su amigo. Los cuatro salieron siguiendo unas nociones básicas del guía. Conforme avanzaban iban descubriendo sitios y paisajes que en Madrid no podían ver y estos se quedaban unos minutos para observarlos bien y disfrutar de esas maravillosas vistas.

Llegaron a la ruta de descenso y aquí fue donde ocurrió el suceso que los marcaría y uniría aún más. La zona era bastante complicada, las rocas y las ramas de los árboles iban a poner a prueba su destreza con la bicicleta, pero al descender, Hugo realizó un giro brusco para esquivar una de esas ramas y se cae, golpeándose fuertemente en la cadera. De inmediato Rivera y sus amigos acuden en su auxilio. Los gritos de dolor y las lágrimas no cesaban en Hugo, ante esta situación Rivera y sus amigos deciden que este regrese lo más rápido posible a la casa rural en busca de ayuda.

Rivera sin demorarse ni un minuto, cogió su bicicleta y acudió todo lo rápido que pudo de regreso a la casa rural. Una vez allí, tras recuperar algo de aire, explicó nervioso el accidente y la zona donde había ocurrido, la preocupación era muy visible en su rostro, pues la idea de que su amigo estuviera sufriendo o le pasase algo peor por su irresponsabilidad no paraba de angustiarle más y más. Inmediatamente el guía y Rivera montaron en el todoterreno del guía y acudieron a la zona donde se encontraban sus amigos.

Al ver la situación, el guía le dice a Rivera que el todoterreno no puede acceder a donde está su amigo y que tendrán que cargarlo hasta poder llegar al vehículo. Rivera al escuchar esto desciende de nuevo con cuidado y se lo dice a sus amigos, los cuales, de inmediato, consiguen cargar a Hugo sobre la espalda de Luis y así llegar al todoterreno y, posteriormente, a la casa rural donde una ambulancia se llevaría a Hugo al hospital.

Pasados unos pocos días, los tres amigos deciden visitar a Hugo el cual tenía una fisura en la cadera y guardaba reposo ya en su casa. Pero esta visita no sería una visita cualquiera, ya que, tanto Rivera como sus dos amigos, habían puesto dinero para arreglar las piezas dañadas de la bicicleta de Hugo y le harían ese regalo, algo que por supuesto, simbolizaría esa unión entre los cuatro.

Acabó el verano y se matriculó en la carrera de Derecho, con la que estaba convencido que conseguiría acercarse a su tan ansiada meta.

Durante sus estudios universitarios, al igual que en sus años de Instituto, hizo nuevas amistades, aunque la más importante para él fue un estudiante de Erasmus que venía de Manchester. Su nombre era James Barklay, hijo de un alto cargo de la policía de la ciudad y estaba matriculado también en la carrera de derecho. Ambos compartían la idea de que la justicia era uno de los pilares fundamentales de la sociedad y que cuando llegasen a policías la harían cumplir con el objetivo de proteger a toda la ciudadanía. A Rivera le gustaban la mayoría de asignaturas que estudiaba en las que eran numerosos los casos prácticos que sus profesores le ofrecían, pero siempre destacaba en los psicológicos, ya que su pasión siempre fueron los estudios sobre la conducta y la mente de los delincuentes y su forma de actuar… era casi obsesivo…

Logró licenciarse en la carrera de derecho, llegando a obtener uno de los mejores expedientes de su promoción. Su miedo al fracaso, a no conseguir ese ansiado sueño que tenía desde pequeño y la presión de su padre, asfixiante en más de una ocasión, fueron los motivos de este brillante resultado.

Ahora le quedaba un reto más por delante antes de alcanzar ese gran sueño, aprobar las oposiciones al cuerpo de policía, pero no se presentaría a las pruebas de la Escala Básica, ya que, con su grado en derecho, podía hacerlo para la Escala Ejecutiva directamente y así entrar con un rango superior y más cercano al de su padre.

El aprobado llegó sin cierta dificultad, pues gracias a los conocimientos que adquirió durante la carrera y a su afición por el ciclismo, las pruebas teóricas y físicas fueron aprobadas a la primera.

Fueron pasando los años y con ellos los ansiados ascensos que poco a poco le acercaron al sitio que ocupaba su gran referente, su padre, el cual se había jubilado recientemente debido a un accidente de tráfico que sufrió durante un viaje a su pueblo natal.

Tras conseguir el último aprobado y ascender de rango, su momento había llegado, iba a convertirse en el comisario más joven en la historia de la policía en España, pero una llamada de teléfono lo cambió todo…

El Jefe Superior de Policía de la ciudad de Manchester y padre de su gran amigo Jhon, se interesó en Rivera para ofrecerle el cargo de Jefe de Policía de la comisaría de dicha ciudad ya que su hijo y Rivera habían estudiado juntos en la Universidad. El padre de Jhon estaba al tanto de los logros de Rivera, pues Jhon siempre le contaba todo lo que hicieron y consiguieron durante su época universitaria y posteriormente de seguir manteniendo contacto telefónico y de verse en alguna que otra visita que Jhon realizó a España

A pesar de dudar y tardar unos días en tomar la decisión, se trasladó a Manchester, donde el reto era aún mayor que el de suceder a su padre, estar al frente de una comisaría, pero con otras leyes, otros hábitos, en definitiva, salir de su zona de confort para enfrentarse a un verdadero reto y la oportunidad de demostrar a sus padres su valía y capacidad.

En su nuevo destino, el comienzo no fue nada fácil… lo primero aprender el idioma y las numerosas leyes y códigos penales que había en dicho país.

Encontró apoyo en una chica, llamada Zoe o “Z” como a él le gustaba llamarla, que al igual que él, llegaba nueva a esa comisaría y como no, la iba a poner a prueba, pues él no iba a permitir que su equipo fuese la burla de la ciudad.

Tan importante era para él la disciplina y el compromiso que se lo hizo saber a todo su equipo al expulsar del cuerpo a un cadete, al cual habían sorprendido en un robo de un vehículo de un civil.

Rivera y Zoe acabaron siendo muy amigos ya que compartían patrullajes, afición por las excursiones y sobre todo, los interrogatorios y las investigaciones a grupos peligrosos.

Para Rivera, Zoe era el agente con más proyección y talento que había visto en esa comisaría, tanto que, llegado el momento, haría todo lo posible porque ella ocupase el puesto que ahora él tenía.

Meses más tarde llegaría un nuevo compañero, Sora, el cual se convirtió en su hermano.

Su forma de ver la vida y afrontar los problemas, ayudarían a Rivera en múltiples situaciones difíciles como interrogatorios o en el ámbito más personal, pues debido al cargo de Rivera, el alto estrés y situaciones límites con rehenes, le hacían en muchos momentos estar distante y en muchas ocasiones, borde.

Los tres formaron un equipo imparable, las detenciones se sucedían una detrás de otra, muchos de los patrullajes se convertían en simples paseos, pues el nivel de delincuencia era mínimo y las felicitaciones llegaban de todas partes, incluidas desde España, de la que venían las que más ilusionaban y emocionaban a Rivera, las de sus padres.

Pero si tan bien estaba allí, ¿por qué irse de allí? ¿por qué vivir en Los Santos?

No todas las personas en ese país iban a ser respetuosas y amantes de la ley, como en toda ciudad también existen esas personas que buscan el solucionar sus vidas con drogas, armas, secuestros, etc.

Cierto es que existían algunos grupos o bandas (como ellos se hacían llamar), que trataban de acabar con todos los logros conseguidos por la policía, pero de entre todas, Rivera solo tenía ojos y obsesión con una, la cual se localizaba en uno de los peores barrios de la ciudad en la que se ubicaba la comisaría.

Era una banda formada por 6 miembros, los cuales fueron todos detenidos por Rivera en más de una ocasión. De entre todos destacaba su líder, el cual, tenía todo aquello que odiaba Rivera en una persona: la manipulación y el control de la gente mediante la fuerza. En definitiva, el utilizar a la gente para enriquecerse a su costa.

El resto de la banda eran simples peones a su merced, pues hacían y deshacían según lo marcado y estipulado por el líder.

La delincuencia fue en aumento y dicha banda iba tomando cada vez más fuerza y respeto entre la gente de los peores barrios de la ciudad.

Los secuestros, amenazas, tiroteos y robos se sucedían uno tras otro.

La ciudad entró en caos y el pánico y el miedo empezaron a ser más que notorios en la ciudadanía…

Los esfuerzos de Rivera por calmar a la ciudadanía fueron más que numerosos, llegando incluso a infiltrar agentes dentro de esa organización o el propio cambio de identidad para así conseguir las pruebas definitivas para terminar con esa banda.

Desafortunadamente todo fue en vano…

Las noticias solo hablaban de los altos índices de delincuencia que atemorizaban las calles y, sobre todo, si la policía estaría preparada para acabar con esta.

A esto se le sumó la renuncia de varios de sus agentes, debido a que veían en otros destinos la oportunidad de poder librarse de los numerosos riesgos que tenían los patrullajes.

A pesar de ello, Rivera aún contaba con el apoyo de Z y Sora, los cuales se “mataban” a trabajar y patrullar para velar por la seguridad de la ciudadanía, que al fin y al acabo era lo que habían prometido en un primer día en el cuerpo.

Pero durante un servicio, la alarma de una joyería saltó y, como era de esperar, Rivera y Zoe, que eran los agentes que estaban de servicio, acudieron lo más rápido que pudieron. Al llegar al local, Zoe informó por radio de que en su interior permanecían 2 personas arrodilladas y con bolsas en la cabeza, efectivamente, eran 2 rehenes y uno de ellos llevaba el uniforme de policía.

Las negociaciones con los 2 atracadores fueron largas, pero tras varias horas, los rehenes salieron ilesos, el objetivo estaba cumplido, pero a la hora de la identificación, se dieron cuenta de que el agente que había sido secuestrado era Sora, el cual se encontraba en un estado físico lamentable, con múltiples golpes en el rostro y en el cuerpo.

Justo en ese momento y aprovechando el revuelo, los atracadores lograron escapar por una de las ventanas y se iniciaba así una persecución por gran parte de las calles de la ciudad, a la que se sumaría Sora, pues su rabia solo le llevaba a pensar en capturar a esos sujetos.

Tras varios minutos de persecución, los atracadores cometen el error de meterse en un parking público, quedándose sin salida.

Es entonces cuando se inicia un tiroteo donde los dos atracadores son abatidos por los agentes, pero en el que desgraciadamente, cae herida Zoe…

Los servicios sanitarios se apresurarían en llevar a los heridos al hospital para tratar de curar todas las heridas de los atracadores y de Zoe. Durante su recuperación, se mantuvo al lado de ella en todo momento, pues se sentía responsable de que ella estuviera así.

Ella se recuperó a las semanas y le mostró su agradecimiento a Rivera por todo lo que la había cuidado durante su recuperación en el hospital, pero el tono de voz era distinto, era más apagado, frio, distante…

Rivera rápido se lo notó y le pidió a Zoe que se reunieran en el despacho para hablar tranquilamente sobre todo lo que había pasado y para saber si se encontraba con fuerzas de volver a los patrullajes.

Las preguntas se sucedían una tras otra, pero nunca obtuvo una respuesta que le resultara convincente, hasta que, tras formular una de esas preguntas, ella, con la cabeza agachada y entre lágrimas, pronunció las que serían las palabras más duras jamás escuchadas por Rivera: “Jefe, lo dejo. No me siento segura en esta ciudad”

Sin contestación alguna, y con el gesto de la cara serio, Rivera se abrochó el abrigo, cogió las llaves del su tan amado coche, un Plymouth Superbird del 70, el cual consiguió en una subasta y había traído desde EEUU y salió del despacho en el que estaban.

Su mano derecha, su sucesora, esa por la que tanto se había esforzado y en la que tanto confiaba, acababa de darle el mayor golpe de toda su vida.

“No me siento segura en esta ciudad”, esa frase que se repetía una y otra vez en la cabeza de Rivera y que le atormentaba minuto tras minuto.

Y fue ahí, en ese momento, donde sucedió el capítulo final.

A los días de la renuncia de Zoe, se produciría una investigación de la Jefatura Superior de Policía, ya que las numerosas renuncias de los agentes y los altos índices de delincuencia mostraban que la gestión y actuaciones estaban siendo ineficaces.

El posterior informe concluyó que Rivera no estaba capacitado para seguir ocupando el cargo y le destituyeron.

Sin rumbo y perdido, Rivera decidió establecerse en otros países como Italia o Francia, pero sin fortuna, pues el tormento de aquella frase le perseguía allá adónde iba…

¿Conseguirá en la Ciudad de Los Santos recuperar esa paz?

Solo el tiempo lo dirá…

 

¿Qué miedos tiene?

El perder a un ser querido por un error suyo y el miedo al fracaso al no conseguir sus objetivos. Además, el no poder olvidar todo lo ocurrido en Manchester y llegar a tener alguien al lado al que pueda llegar a fallar como con Zoe.

¿Cuáles son sus aspiraciones?

Poder olvidar todo lo ocurrido, conseguir darse otra oportunidad personal para ser feliz y recuperar esa vocación de ayudar a los demás desinteresadamente como hizo hace años.

¿Cuáles son sus cualidades?

A parte de las destacadas a lo largo de la historia, mencionar que Rivera será muy meticuloso y cercano con las personas.

Cualquier cosa que quieras añadir

Será un personaje 180 centímetros, con el pelo algo canoso y que deberá llevar gafas obligatoriamente.

Su personalidad irá cambiando a mejor siempre y cuando los roles le permitan el liberarse de esa carga psicológica que tiene. La idea es mantener un rol de civil alejado totalmente de las bandas, pero no se descarta la posibilidad de poder pertenecer a los sanitarios o policía si el rol se llegase a producir.

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Buenas @ alex_casti94!

 

Tu invitación ha sido denegada momentáneamente. 

 

Se me hace muy corta la historia, te recomiendo que desarrolles algo mas la vida de tu PJ, nos gustaría que hablaras sobres sus miedos, aspiraciones, etc... de su infancia no me has explicado nada, relata experiencias, etc.. Tienes un salto muy grande del nacimiento a los estudios universitarios

 

PD: No edites tu mensaje, responde a este mismo.

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Nombre y Apellidos: Alejandro Rivera

Edad y fecha de nacimiento: 25 años, 21 de abril de 1994

Experiencia previa en roleplay: Casi 1 año, en varios servidores de la comunidad española, formando parte de la administración en uno de ellos

Historia del personaje

Nacido en la ciudad de Madrid, en España, el 21 de abril de 1980, hijo de Ricardo y Raquel, ambos agentes de policía. Tuvo la oportunidad desde bien pequeño de poder estar en buenos colegios de la ciudad y hacer grandes amistades. Era un niño alegre y muy activo, siempre muy cariñoso. Debido a que día a día su padre le contaba pequeñas historias sobre como la policía ayudaba a la gente y atrapaba a los “malos”, el deseo de querer ser policía fue creciendo en él y, al igual que su padre, ser capaz de ayudar a todo el mundo, capturar a los delincuentes, además de un amor loco e incondicional por los deportes al aire libre. De su madre, la cual se dedicaba a la investigación de los sujetos considerados como peligroso y grupos organizados, fue aprendiendo la capacidad de observar y la importancia de que cualquier detalle puede pasar de insignificante a ser de vital importancia.

Desde bien pequeño, Rivera intentó ser como su padre, y en el Colegio se dedicaba a proteger a los niños que, como él, tenían gafas. Más de una vez tuvo que sufrir las broncas y castigos de los profesores, pues Rivera llegó incluso a pelearse con algún compañero por ese motivo.

Al llegar a los primeros años de la Educación Obligatoria, Rivera se encontraba entusiasmado ya que tendría la oportunidad de conocer a nuevos compañeros y seguir aprendiendo. Durante estos primeros años, Rivera hizo alguna que otra amistad, pero él no los veía de fiar, ya que a menudo solían ausentarse de las clases y no trataban bien a los profesores. A pesar de esto, Rivera encontró en dos compañeros suyos una buena amistad. Coincidió a la edad de 13 años con ellos, cuando pasó de curso, en la misma clase y en los recreos aprovechaban para dar alguna que otra patada a un balón medio roto que habían regalado a Rivera. Por desgracia, en ese mismo curso, había un grupo de cinco chicos que se dedicaban a meterse con uno de los amigos Rivera, pues este era de los mejores y los profesores le tenían en alta estima. Los insultos y las bromas de mal gusto llegaron a tal punto que los padres del compañero de Rivera decidieron cambiarlo de centro. Seria ahí cuando Rivera sintiese por primera vez la pérdida de una persona a la que apreciaba y el sentimiento de rabia e impotencia nacería en él pues los profesores no fueron capaces de reaccionar a tiempo y Rivera los culpaba de ello.

Tras finalizar ese aciago año, Rivera pasaría de curso y, a pesar de sentir mucha rabia porque no podría estar con su compañero trasladado, volvería a tratar de conocer nuevas amistades y replantearse la idea de un futuro ser Policía para impartir justicia y que cosas como las que vivió su compañero no pasasen más.

Mientras estudiaba en el instituto, observaba a los distintos grupos de compañeros que se formaban, tal y como su madre le fue enseñando, observó conductas y patrones de comportamiento, ya no sólo dentro de esas agrupaciones de personas si no también de las relaciones que se generan entre dichos grupos.

Se fijo en un reducido grupo en concreto, donde aparentemente tenían una relación entre ellos muy sólida y fuerte, pasaban desapercibidos y podían esquivar perfectamente las situaciones difíciles, no destacaban, no daban problemas y en general, se defendían perfectamente.

Con este grupo Rivera se sintió identificado, y le atrajo saber más de esas personas, poco a poco se acercó a ellos y supo que se llamaban Carlos, Hugo y Luis.

Pero la amistad surgió al final de forma natural y fortuita, mientras Rivera hacía una de sus rutas habituales con la Mountain Bike por la sierra, se encontró con los tres chicos en el punto más alto del camino mientras él descansaba. Se reconocieron y estuvieron horas hablando, compartiendo experiencias, ideas, y muchas risas.

Aunque él tuviera nuevas amistades, nunca podría olvidar al compañero que se trasladó a otro colegio por culpa del acoso de los compañeros más mayores. Rivera expresó a sus amigos sus inquietudes y su mala experiencia además de su pérdida. Ellos le apoyaron y comprendieron ya su motivación y su miedo de perder a sus tres nuevos hermanos.

Cuando cumplieron 18 años, los cuatro sabían que no se verían todos los días. A partir del nuevo curso, cada uno empezaría su carrera en distintos sitios. Juraron que se verían todos los fines de semana, pero este, iba a ser “su último gran verano” juntos antes de comenzar la universidad. Organizaron una excursión con bicicleta, que motivaban su sentimiento de superación, competitividad y libertad. Querían llegar a lo más alto, allá donde los coches no podían acceder, sentirse libres de moverse como quisieran. Así pues, los padres de Rivera les llevaron a la casa rural que habían alquilado en un pueblo cerca de Madrid, donde pasarían 3 días disfrutando de sus vicios deportivos.

Todo fue bien durante el primer día, los cuatro realizaron una ruta de senderismo y esperaban ansiosos a que llegase el día siguiente para poder realizar la tan ansiada excursión.

Amaneció, los cuatro se despertaron ilusionados y casi sin terminar desayunar, se fueron rápidamente a equiparse con su ropa de ciclismo y todo lo necesario para realizar la excusión. Dicha excursión contaría con un guía que les ayudaría a orientarse por algunas de las rutas más difíciles, pero Carlos, que era el más aventurero, trato de convencer al resto para ir solos a explorar cada rincón del bosque.

A pesar de que a Rivera no le convencía la idea, accedió, ya que confiaba en su amigo. Los cuatro salieron siguiendo unas nociones básicas del guía. Conforme avanzaban iban descubriendo sitios y paisajes que en Madrid no podían ver y estos se quedaban unos minutos para observarlos bien y disfrutar de esas maravillosas vistas.

Llegaron a la ruta de descenso y aquí fue donde ocurrió el suceso que los marcaría y uniría aún más. La zona era bastante complicada, las rocas y las ramas de los árboles iban a poner a prueba su destreza con la bicicleta, pero al descender, Hugo realizó un giro brusco para esquivar una de esas ramas y cayó, golpeándose fuertemente en la cadera. De inmediato Rivera y sus amigos acuden en su auxilio. Los gritos de dolor y las lágrimas no cesaban en Hugo, ante esta situación Rivera y sus amigos deciden que este regrese lo más rápido posible a la casa rural en busca de ayuda.

Rivera sin demorarse ni un minuto, cogió su bicicleta y acudió todo lo rápido que pudo de regreso a la casa rural. Una vez allí, tras recuperar algo de aire, explicó nervioso el accidente y la zona donde había ocurrido, la preocupación era muy visible en su rostro, pues la idea de que su amigo estuviera sufriendo o le pasase algo peor por su irresponsabilidad no paraba de angustiarle más y más. Inmediatamente el guía y Rivera montaron en el todoterreno del guía y acudieron a la zona donde se encontraban sus amigos.

Al ver la situación, el guía le dice a Rivera que el todoterreno no puede acceder a donde está su amigo y que tendrán que cargarlo hasta poder llegar al vehículo. Rivera al escuchar esto desciende de nuevo con cuidado y se lo dice a sus amigos, los cuales, de inmediato, consiguen cargar a Hugo sobre la espalda de Luis y así llegar al todoterreno y, posteriormente, a la casa rural donde una ambulancia se llevaría a Hugo al hospital.

Pasados unos pocos días, los tres amigos deciden visitar a Hugo el cual tenía una fisura en la cadera y guardaba reposo ya en su casa. Pero esta visita no sería una visita cualquiera, ya que, tanto Rivera como sus dos amigos, habían puesto dinero para arreglar las piezas dañadas de la bicicleta de Hugo y le harían ese regalo, algo que por supuesto, simbolizaría esa unión entre los cuatro.

Acabó el verano y se matriculó en la carrera de Derecho, con la que estaba convencido que conseguiría acercarse a su tan ansiada meta.

Por desgracia, los que hasta ahora habían sido como sus hermanos, habían escogido otros estudios y esto supondría que no estarían en clase juntos, incluso Luis y Hugo tuvieron que mudarse a otras ciudades y el contacto poco a poco fue perdiéndose…

Por otro lado, el trágico accidente vivido ese verano, dejó en Rivera una amarga sensación de culpa, pues se sentía en parte responsable por no frenar a Carlos en su decisión de ir sin guía.

Durante sus estudios universitarios, al igual que en sus años de Instituto, hizo nuevas amistades, aunque la más importante para él fue un estudiante de Erasmus que venía de Manchester. Su nombre era James Barklay, hijo de un alto cargo de la policía de la ciudad y estaba matriculado también en la carrera de derecho. Ambos compartían la idea de que la justicia era uno de los pilares fundamentales de la sociedad y que cuando llegasen a policías la harían cumplir con el objetivo de proteger a toda la ciudadanía. A Rivera le gustaban la mayoría de asignaturas que estudiaba en las que eran numerosos los casos prácticos que sus profesores le ofrecían, pero siempre destacaba en los psicológicos, ya que su pasión siempre fueron los estudios sobre la conducta y la mente de los delincuentes y su forma de actuar… era casi obsesivo…

Logró licenciarse en la carrera de derecho, llegando a obtener uno de los mejores expedientes de su promoción. Su miedo al fracaso, a no conseguir ese ansiado sueño que tenía desde pequeño y la presión de su padre, asfixiante en más de una ocasión, fueron los motivos de este brillante resultado.

Ahora le quedaba un reto más por delante antes de alcanzar ese gran sueño, aprobar las oposiciones al cuerpo de policía, pero no se presentaría a las pruebas de la Escala Básica, ya que, con su grado en derecho, podía hacerlo para la Escala Ejecutiva directamente y así entrar con un rango superior y más cercano al de su padre.

El aprobado llegó sin cierta dificultad, pues gracias a los conocimientos que adquirió durante la carrera y a su afición por el ciclismo, las pruebas teóricas y físicas fueron aprobadas a la primera.

Fueron pasando los años y con ellos los ansiados ascensos que poco a poco le acercaron al sitio que ocupaba su gran referente, su padre, el cual se había jubilado recientemente debido a un accidente de tráfico que sufrió durante un viaje a su pueblo natal.

Tras conseguir el último aprobado y ascender de rango, su momento había llegado, iba a convertirse en el comisario más joven en la historia de la policía en España, pero una llamada de teléfono lo cambió todo…

El Jefe Superior de Policía de la ciudad de Manchester y padre de su gran amigo James, se interesó en Rivera para ofrecerle el cargo de Jefe de Policía de la comisaría de dicha ciudad ya que su hijo y Rivera habían estudiado juntos en la Universidad. El padre de James estaba al tanto de los logros de Rivera, pues James siempre le contaba todo lo que hicieron y consiguieron durante su época universitaria y posteriormente de seguir manteniendo contacto telefónico y de verse en alguna que otra visita que James realizó a España

A pesar de dudar y tardar unos días en tomar la decisión, se trasladó a Manchester, donde el reto era aún mayor que el de suceder a su padre, estar al frente de una comisaría, pero con otras leyes, otros hábitos, en definitiva, salir de su zona de confort para enfrentarse a un verdadero reto y la oportunidad de demostrar a sus padres su valía y capacidad.

En su nuevo destino, el comienzo no fue nada fácil… lo primero aprender el idioma y las numerosas leyes y códigos penales que había en dicho país.

Tanto James como su padre trataron de facilitar algo las cosas a Rivera, ayudándole entre otras cosas con la búsqueda de una casa en la que instalarse y presentándole a sus primeros compañeros y subordinados, los cuales no miraban con buenos ojos a Rivera por considerar que estaba en su puesto por un favor personal del padre de James y no por méritos propios.

Una vez de servicio y tras varios patrullajes, encontró apoyo en una chica, llamada Zoe o “Z” como a él le gustaba llamarla, que al igual que él, llegaba nueva a esa comisaría y como no, la iba a poner a prueba, pues él no iba a permitir que su equipo fuese la burla de la ciudad.

Tan importante era para él la disciplina y el compromiso que se lo hizo saber a todo su equipo al expulsar del cuerpo a un cadete, al cual habían sorprendido en un robo de un vehículo de un civil.

Rivera y Zoe acabaron siendo muy amigos ya que compartían patrullajes, afición por las excursiones y sobre todo, los interrogatorios y las investigaciones a grupos peligrosos.

Para Rivera, Zoe era el agente con más proyección y talento que había visto en esa comisaría, tanto que, llegado el momento, haría todo lo posible porque ella ocupase el puesto que ahora él tenía.

Meses más tarde llegaría un nuevo compañero, Sora, el cual se convirtió en su hermano.

Su forma de ver la vida y afrontar los problemas, ayudarían a Rivera en múltiples situaciones difíciles como interrogatorios o en el ámbito más personal, pues debido al cargo de Rivera, el alto estrés y situaciones límites con rehenes, le hacían en muchos momentos estar distante y en muchas ocasiones, borde.

Los tres formaron un equipo imparable, las detenciones se sucedían una detrás de otra, muchos de los patrullajes se convertían en simples paseos, pues el nivel de delincuencia era mínimo y las felicitaciones llegaban de todas partes, incluidas desde España, de la que venían las que más ilusionaban y emocionaban a Rivera, las de sus padres.

Pero si tan bien estaba allí, ¿por qué irse de allí? ¿por qué vivir en Los Santos?

No todas las personas en ese país iban a ser respetuosas y amantes de la ley, como en toda ciudad también existen esas personas que buscan el solucionar sus vidas con drogas, armas, secuestros, etc.

Cierto es que existían algunos grupos o bandas (como ellos se hacían llamar), que trataban de acabar con todos los logros conseguidos por la policía, pero de entre todas, Rivera solo tenía ojos y obsesión con una, la cual se localizaba en uno de los peores barrios de la ciudad en la que se ubicaba la comisaría.

Era una banda formada por 6 miembros, los cuales fueron todos detenidos por Rivera en más de una ocasión. De entre todos destacaba su líder, el cual, tenía todo aquello que odiaba Rivera en una persona: la manipulación y el control de la gente mediante la fuerza. En definitiva, el utilizar a la gente para enriquecerse a su costa.

El resto de la banda eran simples peones a su merced, pues hacían y deshacían según lo marcado y estipulado por el líder.

La delincuencia fue en aumento y dicha banda iba tomando cada vez más fuerza y respeto entre la gente de los peores barrios de la ciudad.

Los secuestros, amenazas, tiroteos y robos se sucedían uno tras otro.

La ciudad entró en caos y el pánico y el miedo empezaron a ser más que notorios en la ciudadanía…

Los esfuerzos de Rivera por calmar a la ciudadanía fueron más que numerosos, llegando incluso a infiltrar agentes dentro de esa organización o el propio cambio de identidad para así conseguir las pruebas definitivas para terminar con esa banda.

Desafortunadamente todo fue en vano…

Las noticias solo hablaban de los altos índices de delincuencia que atemorizaban las calles y, sobre todo, si la policía estaría preparada para acabar con esta.

A esto se le sumó la renuncia de varios de sus agentes, debido a que veían en otros destinos la oportunidad de poder librarse de los numerosos riesgos que tenían los patrullajes.

A pesar de ello, Rivera aún contaba con el apoyo de Z y Sora, los cuales se “mataban” a trabajar y patrullar para velar por la seguridad de la ciudadanía, que al fin y al acabo era lo que habían prometido en un primer día en el cuerpo.

Pero durante un servicio, la alarma de una joyería saltó y, como era de esperar, Rivera y Zoe, que eran los agentes que estaban de servicio, acudieron lo más rápido que pudieron. Al llegar al local, Zoe informó por radio de que en su interior permanecían 2 personas arrodilladas y con bolsas en la cabeza, efectivamente, eran 2 rehenes y uno de ellos llevaba el uniforme de policía.

Las negociaciones con los 2 atracadores fueron largas, pero tras varias horas, los rehenes salieron ilesos, el objetivo estaba cumplido, pero a la hora de la identificación, se dieron cuenta de que el agente que había sido secuestrado era Sora, el cual se encontraba en un estado físico lamentable, con múltiples golpes en el rostro y en el cuerpo.

Justo en ese momento y aprovechando el revuelo, los atracadores lograron escapar por una de las ventanas y se iniciaba así una persecución por gran parte de las calles de la ciudad, a la que se sumaría Sora, pues su rabia solo le llevaba a pensar en capturar a esos sujetos.

Tras varios minutos de persecución, los atracadores cometen el error de meterse en un parking público, quedándose sin salida.

Es entonces cuando se inicia un tiroteo donde los dos atracadores son abatidos por los agentes, pero en el que desgraciadamente, cae herida Zoe…

Los servicios sanitarios se apresurarían en llevar a los heridos al hospital para tratar de curar todas las heridas de los atracadores y de Zoe. Durante su recuperación, se mantuvo al lado de ella en todo momento, pues se sentía responsable de que ella estuviera así.

Ella se recuperó a las semanas y le mostró su agradecimiento a Rivera por todo lo que la había cuidado durante su recuperación en el hospital, pero el tono de voz era distinto, era más apagado, frio, distante…

Rivera rápido se lo notó y le pidió a Zoe que se reunieran en el despacho para hablar tranquilamente sobre todo lo que había pasado y para saber si se encontraba con fuerzas de volver a los patrullajes.

Las preguntas se sucedían una tras otra, pero nunca obtuvo una respuesta que le resultara convincente, hasta que, tras formular una de esas preguntas, ella, con la cabeza agachada y entre lágrimas, pronunció las que serían las palabras más duras jamás escuchadas por Rivera: “Jefe, lo dejo. No me siento segura en esta ciudad”

Sin contestación alguna, y con el gesto de la cara serio, Rivera se abrochó el abrigo, cogió las llaves del su tan amado coche, un Plymouth Superbird del 70, el cual consiguió en una subasta y había traído desde EEUU y salió del despacho en el que estaban.

Su mano derecha, su sucesora, esa por la que tanto se había esforzado y en la que tanto confiaba, acababa de darle el mayor golpe de toda su vida.

“No me siento segura en esta ciudad”, esa frase que se repetía una y otra vez en la cabeza de Rivera y que le atormentaba minuto tras minuto.

Y fue ahí, en ese momento, donde sucedió el capítulo final.

A los días de la renuncia de Zoe, se produciría una investigación de la Jefatura Superior de Policía, ya que las numerosas renuncias de los agentes y los altos índices de delincuencia mostraban que la gestión y actuaciones estaban siendo ineficaces.

El posterior informe concluyó que Rivera no estaba capacitado para seguir ocupando el cargo y le destituyeron.

Sin rumbo y perdido, Rivera decidió establecerse en otros países como Italia o Francia, pero sin fortuna, pues el tormento de aquella frase le perseguía allá adónde iba…

¿Conseguirá en la Ciudad de Los Santos recuperar esa paz y poder volver a sentirse útil para los demás?

Solo el tiempo lo dirá…

 

¿Qué miedos tiene?

El perder a un ser querido por un error suyo y el miedo al fracaso a no conseguir sus objetivos. Además, el no poder olvidar todo lo ocurrido en Manchester y llegar a tener alguien al lado al que pueda llegar a fallar como con Zoe.

 

¿Cuáles son sus aspiraciones?

Poder olvidar todo lo ocurrido, conseguir darse otra oportunidad personal para ser feliz y recuperar esa vocación de ayudar a los demás desinteresadamente como hizo hace años.

 

¿Cuáles son sus cualidades?

A parte de las destacadas a lo largo de la historia, mencionar que Rivera será muy meticuloso y cercano con las personas.

 

Cualquier cosa que quieras añadir

Será un personaje 180 centímetros, con el pelo algo canoso y que deberá llevar gafas obligatoriamente.

Su personalidad irá cambiando a mejor siempre y cuando los roles le permitan el liberarse de esa carga psicológica que tiene. La idea es mantener un rol de civil alejado totalmente de las bandas, pero no se descarta la posibilidad de poder pertenecer a los sanitarios o policía si el rol se llegase a producir.

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HISTORIA APROBADA

 

Tu invitación ha sido aceptada. Te recomiendo leer la NORMATIVA a conciencia y comprenderla bien antes de pasar a hacer el examen oral.

También te dejo dos post muy útiles sobre COMANDOS /ME Y /DO y ROL DE ENTORNO

 

Ya puedes acceder al TS3 (ts3.despistaos.es) para realizar el examen.

 

Aquí tienes los horarios de entrevistas, puedes escoger el que mejor te venga: HorarioEntrevistas

 

Cualquier duda, puedes preguntarla en las salas de ayudas en nuestro servidor TeamSpeak3

 

¡Buena suerte @ alex_casti94 !

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ENTREVISTA ORAL APROBADA


¡Enhorabuena ya puede acceder a la ciudad!


Te dejo un par de guías por si te surge cualquier duda. Cualquier duda me comentas.

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