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  1. Nombre y Apellido que vayas a usar ingame: Alexis LeMarc Edad y fecha de nacimiento (REAL): 28 / 07 / 1993 (26 años) Experiencia previa en roleplay: Unos 5 meses de experiencia roleando en varios sevidores como; Plan Maestro, Eternity, La Resistencia, x6tence, SpainRP. Desempeñando distintos roles como; Civil, mafia... etc. Historia completa de tu personaje (como lo interpretaras, de donde viene, que pretende ser, sus aspiraciones y sus miedos etc...): 28 de Julio de 1993. Francia. Aquel día, en el hospital, alguien nuevo iba a llegar al mundo. Había costado horas y horas de dolor y esfuerzo para aquella mujer, pero finalmente lo consiguió. Un llanto se mezcló con su último grito y, tras eso, su cuerpo pudo reposar exhausto sobre la cama de la habitación. A pesar del cansancio, sus ojos estaban fijos en esa pequeña y delicada criatura que tenía la enfermera entre sus brazos. Observó luego a quien era su pareja, intercambiando ambos una sonrisa llena de ilusión. No obstante, en el fondo de su corazón, ella sentía una gran inquietud que le perseguiría hasta el final de sus días. Era difícil de explicar, pero sabía que tarde o temprano la verdad se dejaría ver y… no iba a ser muy agradable para su actual pareja. A pesar de todo, pase lo que pase, ella iba a permanecer al lado de su hijo hasta el final. Aunque, por desgracia, ese desenlace no iba a tardar mucho en llegarle. El pelo del pequeño no era extraño para aquel hombre, ya que, aunque él fuese rubio, el pelo de la madre era el mismo que el del bebé. Aunque lo raro fue… el color de sus ojos. Ninguno de los dos lo tenían y, fue a partir de entonces, cuando despertó la desconfianza de él. ¿Era realmente su hijo? Seguramente una prueba de paternidad conseguiría que se quedase tranquilo, aunque realmente lo que pasó fue todo lo contrario… No era su hijo Años más tarde fue notándose cada vez más el desprecio de su “padre” hacia él. El saber que no era suyo provocaba que no sintiese ese cariño especial hacía él. Y raro fue el no haberla dejado sola al enterarse de la noticia. La quería tanto que prefirió quedarse a su lado… aunque sin sentir nada por el pequeño. Delante de ella se comportaba diferente, como si realmente adorase al niño, pero todo era una farsa para que no se alejase de su lado. Hacía su papel bastante bien, dándole completamente igual el daño que le pudiese causar al crio. Le odiaba. Por el contrario, Alexis quería con locura a su madre e intentaba conseguir también el cariño de su pareja, buscando ver en él la figura paterna que le faltaba. Pero no lo conseguía. El pequeño era bastante sociable, hacía amigos fácilmente, pero era extraño… porque siempre conseguía atraer a la gente de su alrededor. Los niños de su edad se acercaban a él para jugar, le buscaban y siempre querían ponerse con él en las actividades escolares. Digamos que era de los pequeños más populares, había algo en él que gustaba a los demás, pero no sabría decir con exactitud qué era. Era bastante inteligente, se esforzaba mucho en todo lo que hacía y sabía escuchar y empatizar con los demás. Su madre no podía sentirse más orgullosa de él. Los años iban pasando y consiguió terminar primaria con bastante éxito. Comenzó el instituto, una etapa dificil para cualquier niño de su edad ya que no era fácil encajar en una clase llena de caras nuevas y de niños mayores que él—Los cuales buscaban reírse de los demás antes que estudiar para graduarse—. Se iba notando la dificultad en todos los aspectos, tanto sociales como escolares. Pero ese año no iba a ser difícil únicamente por el instituto, sino por la pérdida de su mayor apoyo. Fue ese mismo año, se iba acercando la Navidad y con ella, la nieve. La mayoría de las personas aman la nieve, les resulta bastante bonito ver todo blanco… pero tiene su lado negativo. En las carreteras puede llegar a ser peligroso y más si es de noche. Muchos accidentes tuvieron lugar en esa época, pero uno en concreto iba a ser el comienzo de la pesadilla de Alexis. Estaba todo oscuro en el trayecto de su trabajo a casa, no había luna aquella noche y el único pensamiento de su madre era el de llegar pronto para estar un rato con su hijo. Ella conducía bien, nunca había sufrido ningún tipo de percance en la carretera, así que el accidente fatal que sufrió fue por culpa del otro conductor, que venía en dirección contraria a toda velocidad. Él quedó en coma, pero ella falleció en el momento por el fuerte choque, una contusión en la cabeza que dio fin a su vida. Pasaron los días hasta que su “padre” terminó por decidir qué hacer con Alexis. Iba a deshacerse de lo único que le quedaba de ella, pero no le quería y le culpaba por su muerte. ¿Por qué? Al fin y al cabo, el joven se encontraba en casa esperándola para cenar, no tendría que tener culpa de nada. No obstante, siempre le martirizaba con la misma frase: “No deberías de haber nacido”, según él las cosas habrían sido muy diferentes. Fue por esa razón por la que decidió mandarle a un Orfanato, lejos, y así no tener que volver a verle. Obviamente discutieron, aunque no demasiado. Alexis se dio por vencido, estaba aún roto por la noticia de la pérdida y, sinceramente, estar conviviendo con una persona que te odiaba no tenía sentido ninguno. Pero, por otro lado, tampoco quería quedarse en aquel lugar. Sentía que era una especie de sitio en el que había niños abandonados y donde eran expuestos para que otras personas les “adoptasen” como una especie de mascotas, pudiendo elegir cuál les gusta más. Similar a una especie de “perrera” más que una protectora, ya que al llegar a una determinada edad te echaban de allí a patadas, a que cada uno se busque la vida a sabiendas de que no tenían absolutamente nada ni a nadie. Su vida allí dentro fue a peor si se podía. Si ya de por si estaba mal por la muerte de su madre, el que algunos mayores comenzasen a tratarle con altivez por ser nuevo, no ayudaba en absoluto. Fue entonces cuando, de ser un chico feliz, popular y extrovertido—a su manera, porque todos se le acercaban siempre— pasó a ser alguien más bien callado, observador, desconfiado y solitario. Odiaba ese lugar y las personas que se encontraban allí. Obviamente había excepciones, como algunos pequeños, inocentes y ajenos a todo lo malo que se cocía ahí dentro. No obstante, poco tiempo podía pasar con ellos ya que terminaban por ser adoptados rápido. Allí normalmente los que pasaban de los 11 incluso de los 8, eran más complicados de ser acogidos, al menos por una buena familia. Por eso mismo, sabía de antemano que ese lugar iba a ser su residencia hasta que le echasen cuando cumpliese los 18. Los días se le hacían eternos y cada vez veía más cerca el momento de salir de allí. Su cabeza ya iba maquinando qué hacer una vez estuviese fuera. ¿Dónde iría?, ¿de qué trabajaría?, ¿dónde dormiría? No tenía dinero, y seguramente no le darían nada cuando saliese. ¿Era así como terminaban todos aquellos que fueron abandonados por su familia? Apostaba a que la mayoría terminaban siendo delincuentes, y esperaba no tener que acabar así pero no veía muchas opciones más, al menos para empezar. Hasta que llegó el momento de su salida. Justo cuando se había quedado más tranquilo ahí dentro, por el hecho de perder de vista a los abusones—que salieron antes que él al ser mayores—ahora le tocaba a él buscarse la vida, sobrevivir en un mundo cruel y un entorno oscuro y vil. Trató de no perder el tiempo, iba a tener como mucho dos días para intentar no tener que ser otro delincuente más. Quería buscar algún oficio para poder ir manteniéndose y no tener que dormir en la calle, y eran dos días en los que iba a estar la jornada completa de un lado a otro preguntando en cada establecimiento que se encontrase en busca de trabajo. La suerte no estaba de su lado, y estaba tan concentrado y empeñado en seguir buscando algún trabajo hasta el último rayo de Sol, que no se dio cuenta de que alguien andaba siguiéndole. Aun así, no conseguía encontrar nada, ni siquiera le escuchaban para darle ocasión de demostrar que servía para esos oficios. Era cuanto menos curioso, el hecho de que la sociedad se queje de esos jóvenes que delinquen, pero no les den la oportunidad de no acabar así, al contrario… en la mayoría les influyen para que terminen siendo criminales o ladrones. Supervivencia se llama. Si no me das oportunidad de trabajar, si no tengo dinero y no quiero morir de hambre, no me queda más remedio que robar. Y era ley, aunque había excepciones que se dedicaban a eso por el simple hecho—o más bien por el lujo—de ganar mucha pasta de forma rápida y sin apenas sudar. Aunque ese no era su caso, al menos por el momento. Ya iban cerrando los establecimientos, las luces de las farolas comenzaron a encenderse y la gente iba desapareciendo poco a poco para volver a sus casas a descansar. El sonido de sus pasos, cansados al haber estado todo el día caminando, resonaban por las calles, ya notablemente vacías. De repente, otros pasos se mezclaron con los propios, pero no le dio mucha importancia. ¿Cómo iba a pensar que era alguien que le seguía? ¿para qué? No tenía sentido, pero en realidad sí que era el objetivo de aquel sujeto. Torció la esquina de una calle y se quedó quieto al ver a una figura, imponente y vestido de negro, delante de él. Alexis miró un poco atrás, dudando si realmente le estaba mirando a él o a alguien que pudiese haber detrás suya. Nadie. Volvió a observarle, ya bastante nervioso y tenso, dudando si preguntarle o simplemente pasar de largo. Aun así, no le dio tiempo avanzar, de hecho, pudo oír unos pasos acelerados acercarse a él por detrás y luego un dolor horrible en la cabeza. Fue lo último que recordaba antes de caer al suelo. Al despertar, se llevó la mano justo al lugar del golpe, quejándose por lo bajo y mirando a su alrededor bastante desorientado. Estaba en una especie de zulo, sólo o eso es lo que él pensaba. Alguien le vigilaba por una cámara instalada allí, y no tardaron mucho en abrirle la puerta. Le agarraron por la camiseta, y a pesar de intentar forcejear y resistirse, consiguieron llevarle hasta quien parecía que estaba al mando. Aún no sabía dónde estaba ni quienes eran aquellos hombres, pero sabía que trigo limpio no eran. Una mafia. Alexis había sido encontrado por una mafia francesa que al parecer esperaba a que los niños fuesen saliendo del Orfanato para tratar de llevárselos. Con algunos de ellos traficaban, otros los usaban como transporte de contrabando y con Alexis, bueno… por suerte o por desgracia le tocó otro trabajo que podría marcarle de por vida. En un principio le usaron como a otros, de transporte de drogas, pero vieron en el mucho más “talento” como para desperdiciarlo en ese tipo de faena. Por eso, decidieron llevarle con los hombres más fuerte que tenían y que estos le sometiesen a duros entrenamientos en los que podría haber muerto más de una vez. Cabía decir que no tenían miramientos con él y que abusaban bastante, pero lo consiguieron. Convertirle en un sicario, primerizo claro estaba, pero con bastante potencial. Esos años fueron realmente una pesadilla para Alexis. El saber que tarde o temprano tendría que matar a alguien no era algo que le hiciese especial ilusión, aunque no negaba que desearía poder cargarse a esos tipos que le secuestraron, con sus propias manos. Sabía que era imposible deshacerse de una mafia entera, pero al menos se planteó el huir de ellos. No obstante, aquel plan se alargó más de lo previsto y se vio obligado a usar la pistola que le dieron para matar a varias personas que no pagaron sus deudas. Siempre vigilado con lupa, ellos se encargaban de supervisar que hiciese bien su trabajo y que no tratase de escapar. Lo que ellos no sabían, era que Alexis había estado muchos años vigilando cada paso que ellos daban, cada hora y cada cambio de turno que llevaban a cabo. Hasta que un día consiguió huir. Había estado en muchos países en todo ese tiempo, o bien acompañando a sus superiores o para deshacerse de alguien, por lo que el viajar sin ser visto o sin tener que enseñar identificación era bastante sencillo para él. También había tenido claro el destino, y es que a Los Santos no había ido nunca y estaba casi seguro que ellos tampoco. Eso facilitaba el hecho de que no hubiese ninguno de sus hombres por ahí que pudiesen reconocerle. De momento ese iba a ser su hogar, hasta que notase algo sospechoso y le tocase irse. Era capaz de buscarse la vida fácilmente después de todo lo que había pasado, y su objetivo principal era encontrar esa tranquilidad que había estado buscando todos esos años. Estabilidad, un hogar y gente en la que poder confiar, aunque esa era la parte más complicada.
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