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SkyMonsters

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    Conrad Williams

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  2. Nombre y Apellido que vayas a usar ingame (Ej: Javier Pérez): Jack O'Conner Edad y fecha de nacimiento (REAL): 21 años 29/10/1998 Experiencia previa en roleplay: He estado en varios servidores de roleplay pero siempre han acabado cerrando por diversos motivos. Ahora llevo unos 6 meses jugando de seguido en un servidor con Whitelist Historia completa de tu personaje (cómo lo interpretarás, procedencia, qué pretende ser, aspiraciones, miedos etc...): Mi nombre es Jack O'Conner, nací y me crié en los suburbios de Washington, en un barrio pobre y algo peligroso. Vivía con mi familia en una pequeña casa. Diré la verdad, mi infancia fue feliz, mis padres y yo pasábamos mucho tiempo juntos, tenía amigos y me iba bien en la escuela. Recuerdo hacer excursiones cada verano, a la zona centro de la ciudad, me gustaba mucho ese lugar, veía muchos edificios y gente totalmente distinta a la de casa. A pesar de eso, me encontraba bien allí, no cambiaría aquel pueblo por nada. Desde pequeño, mi sueño fue estudiar mucho para poder de mayor ayudar a la gente, ser policía, a lo mejor. Me gustaba jugar con la pistola de mi padre, y recuerdo que este, se encargaba antes de que esta estuviese descargada. Me gustaba correr por casa con el arma haciendo que defendía a mi madre, mientras mi padre hacía del malvado que la intentaba coger. Típico sueño de niño al que después renuncié. Mi adolescencia fue difícil. Fui al colegio hasta los catorce años, edad en la que empecé a trabajar. Al principio conseguía combinarlo con la escuela, pero al poco acabé dejando esta. Me puse a trabajar en una fábrica para ganar dinero para la familia, estaba muy mal pagado y eran muchas horas, pero no quedaba otra opción. Desde aquel incidente me convertí en un niño problemático, sin amigos, al que le gustaba estar solo, empecé a aislarme casi totalmente, excepto por mi hermana. Con la pequeña podía pasar horas y horas. Al llegar de trabajar, tenía que ponerme con la casa. Mi sueño de toda la vida cambió radicalmente. Solo quería salir de allí. Ese era mi único deseo. ¿El motivo? Mis padres, y más importante, mi hermana. Ella creció prácticamente sin padres, llevó la peor parte. Poco antes de tenerla, ellos cambiaron por completo. Tiene ahora seis años, fue lo más bonito que llegó a mi vida, y llegó en el peor momento posible. Notaba algo raro lo llevaba notando desde que empecé a cuestionarme nuestra manera de vivir, desde hace ya bastantes años, unos pocos antes de que ella llegara. En cuanto tuve la edad suficiente para concluir que no conocía a papá y mamá, que todo había cambiado de repente, sin yo darme cuenta. No sabía cuál era ese motivo tan importante por el que según ellos, no podíamos saber ni en qué trabajaban. Hasta tenían un pequeño cuarto en casa en el que nos habían prohibido entrar, y yo, a mis veinte años, nunca se lo había reprochado. La curiosidad me mataba, pero decidí dejarlo pasar, por respeto, pero siempre me había dolido. No teníamos familia además de nosotros cuatro, mis padres, mi hermana y yo, o al menos, eso decían. Por tener, no los teníamos ni a ellos. Ese momento en el que me tuve que hacer cargo de mi propio destino. Me dolía que no me lo contasen, sobre todo, porque cuando empezaron a estar ausentes, yo era el que se encargaba de la casa y de mi hermana, a la que quería por encima de todo. Ese día estábamos de camino a casa los cuatro. Empezaba a hacerse de noche. En ese momento apareció un hombre muy extraño. Iba vestido con un traje negro y unas gafas oscuras. Este agarró a mi padre y lo obligó a ponerse de rodillas: acto seguido, le propinó dos patadas en la barriga pidiéndole algo que no llegué a entender. Noté que mi madre agarraba a mi hermana la colocaba detrás de ella, dando dos pasos atrás. Yo me quedé inmóvil a unos metros. Mi padre le echó una mirada a mi madre. Esta asintió. Mi padre forcejeó intentando librarse y el hombre insistió, agarrándolo aún con más fuerza, y sin hacerle caso. Sacó una pistola del bolsillo y la apretó contra la nuca de papá. Cuando mi madre intentó intervenir, el hombre le dio un puñetazo y dejó inconsciente en el suelo. Acto seguido se giró hacia nosotros, agarró a mi madre bruscamente por el pelo y tiró de ella. 'Corre, Jack, corre' - me dijo esta. Cogí a mi hermana de la mano y echamos a correr, mientras a nuestras espaldas, oíamos a mi madre llorar y gritar. Luego, dos disparos. Ese instante me retumbará siempre en la cabeza. Fue la última vez que vi a mis padres. Volver la vista atrás en nuestra huida y ver los cuerpos ensangrentados de mis padres. Mi hermana tiraba de mí y lloraba porque quería volver con ellos, poco después, cayó rendida del cansancio. Estar totalmente perdidos. Solos. La señales ya me lo avisaron, ya sabía que mis padres ocultaban algo pero no sabía el qué. Eso tardaría un tiempo en averiguarlo. Y era lo que más me molestaba, ser ajeno a todo eso. Seguía por el camino dándole vueltas. De verdad quería abandonar a mis padres, librarme de ellos? Por qué salí corriendo en vez de defenderlos? Mire a mi hermana, durmiendo en mi regazo, ajena a todo. 'A tí nunca te abandonaré' pensé. Volvimos a casa, solos. Después de acostar a mi hermana, me quedé pensando lo sucedido sin saber cómo actuar. No quería llamar a la policía, esos idiotas nunca hacen nada, y menos en un barrio como éste… recordé mi sueño de la infancia. No. Tendría que resolverlo yo solo. Tenía que vengar la muerte de mis padres. Y quería, es más, tenía derecho a saber todo lo que me ocultaban, a entenderlo por fin. Intenté recordar algo que me ayudara a empezar a buscar. Me levanté y me dirigí al cuarto prohibido, o así le llamábamos mi hermana y yo. Empujé la puerta. Cerrada. Miré por el ojo de la cerradura y solo vi oscuridad. En ese momento parado, allí delante de la puerta, me invadió la rabia. Empecé a pegarle patadas y puñetazos. No pensaba con claridad. No sabía si estaba enfadado con mis padres por abandonarme o con el extraño personaje que había acabado con ellos. En uno de estos empujones, la puerta se abrió. Me quedé quieto, sin poder moverme. Le había perdido el respeto a mis padres, los odiaba, odiaba esta vida que tanto me había hecho sufrir a mi y también a mi hermana. Entré en el lugar. Se trataba de un cuartucho todo lleno de papeles, libros, fotografías,... cogí un gran libro en el que se podía leer: importante y me lo guardé para luego. Luego desdoblé un papel que se encontraba encima de un escritorio. El papel tenía una dirección, una hora y un nombre al lado. Y una fecha, la fecha era para dentro de dos días. Me entró un escalofrío. ¿De verdad podía estar tan cerca de averiguarlo todo? De verdad tenía la posibilidad de acabar con esto por fin y ser libre? Ese día temprano dejé a mi hermana durmiendo, cerré con llave y me aseguré de que todo quedaba a salvo, cogí el coche y me dirigí a la dirección del papel. Al llegar, me puse a observar donde me encontraba. Era un lugar bastante alejado de nuestra casa, estaba delante de un bloque de pisos, llamé al timbre y alguien descolgó el telefonillo. 'Vengo a ver al señor x' dije mirando el papel que sujetaba. El portal se abrió. Subí las escaleras hasta el piso que buscaba. Empujé la puerta, que estaba entreabierta. Alguien desde el interior me respondió: 'Jack O'Conner, ¿Eres tú? Se trataba de un hombre mayor, sentado en un sillón, a unos pasos de la puerta. Le pregunté quién era, y este me dijo que no venía a cuento, que al fin y al cabo, era un amigo de la familia. Un amigo de la familia? Qué familia? Ya no quedaba ninguna, y de hecho, dudo que pudiésemos ser considerados familia. Me dijo que me sentase y que ya sabía la noticia de los padres, por desgracia, las noticias corren como la pólvora. Acto seguido me invitó a beber algo, lo que rechacé. El hombre se sirvió una copa de alcohol, suspiró y empezó a decirme: 'Sé a lo que has venido. Hay muchas cosas que debes saber'. Vio mi cara, lo miraba intrigado sin saber qué decir. Continuó hablando: 'Tus padres estaban esperando el mejor momento para decíroslo, por desgracia, ese momento tuvo que llegar de mala manera. Sé también que has estado hurgando en la oficina de tus padres, sin eso, no me habrías localizado. Dime, has llegado a encontrar las armas?'. '¿Armas?- dije yo. Había visto a mi padre con una pistola a veces, pero supuse que era para moverse por el barrio, un noventa por ciento de la gente aquí las tiene'. El hombre se rió 'No, Jack, esas armas no, me refiero a las que fabricaban tus padres.' Espera, que mis padres fabricaban armas? Qué tipo de armas? Mi cara lo debió de decir todo porque el hombre rió de nuevo y siguió: ' Tus padres eran fabricantes de una potente arma ilegal que nunca llegó a salir al mercado, porque aún no estaba terminada, según ellos. La fabricaban por encargo, por orden de alguien que se la pidió, una persona muy peligrosa, yo no me atrevería a negársela, supongo que ya conocerías a sus sicarios.' Claro, esos fueron los que los mataron, pero por qué? El hombre continuó. 'Se trataba de un líquido, una especie de droga que podía lograr que la persona que la bebiera fuese esclavo del que se la dio, algo como las ya existentes pero a gran escala. Esta droga podría aguantar meses e incluso años en el cuerpo de una persona, si se hace debidamente, algo parecido a un virus, creando células patógenas nuevas en el interior de alguien, reproduciéndose.' Me entró un escalofrío, tenía que encontrarla. 'Como te decía, tus padres la fabricaron por encargo, pero se dieron cuenta de que podría ser usada para algo muy gordo y muy perjudicial, así que no la acabaron, la dejaron a falta de un ingrediente. Y me llamaron para consultarme lo que debían hacer, tengo fama de hacer desaparecer las cosas. Quedamos hoy y viniste tú. Yo les advertí, a esa gente es mejor darles lo que te piden. 'Dónde está el arma?' Pregunté yo, tienen alguna posibilidad de terminarla?'. No pude acabar de hablar, mi móvil sonó. Contesté. Una voz ronca me habló desde el otro lado de la línea. 'Jack O'Conner, qué tal estás?'. Pregunté quién era, a lo que el hombre me respondió: 'Tengo a tu hermanita y estoy en tu casa. Si no quieres que le pase lo mismo que a tus padres, tráeme el diario ahora mismo'. Le grité que yo no tenía ningún diario y que soltase a mi hermana o lo mataría, a lo que este respondió riéndose: tienes dos horas, y colgó. Ahí caí de la cuenta: buscaba el libro. Lo saqué del bolsillo y se lo tiré al hombre con rabia. Buscan esto. Le dije. Por qué? El hombre no lo quiso coger, me advirtió que más me valía dárselo, tenerlo era peligroso. El libro contenía la fórmula. Me da igual, dije, tengo que rescatar a mi hermana. El hombre me dio una pistola y sus últimas palabras fueron: 'Estás loco'. Salí del piso y conduje hasta casa. Estaba todo cerrado, tranquilo, una falsa tranquilidad que no me gustaba nada. Fui por la puerta trasera, la abrí poco a poco. Silencio. Entré en la casa abriendo la puerta de un empujón. Parecía desconocida para mí. Recorrí los pasillos, no había nadie. De repente escuché un grito. Fui corriendo a la cocina. En ella, estaba mi hermana en una silla, atada y sin poder moverse, frente a ella estaba un hombre, de espaldas a mí. Me dijo que esperaba mi visita y que le diese lo que le pertenecía. El hombre seguía de espaldas, sin mirarme. 'Devuélveme a mi hermana o te mato'. Dije serio. El hombre se mantuvo sin mirarme con una tranquilidad abrumadora. No se giró, permanecía de espaldas a mi. Lo apunté con la pistola. 'Suéltala ya y vete de aquí'. El hombre se rió. 'Tú no sabes con quién estás hablando. Eres valiente, eh? Nadie se había atrevido a hablarme así'. Seguí apuntándole. El hombre se giró. Ví su cara. Ese era el hombre que había mandado asesinar a mis padres, y más importante, el hombre que había hecho sufrir a mi hermana. Lo miré con desprecio sin dejar de apuntarle. En un instante, lo tenía encima de mí, cortándome en aliento con las manos. Me quitó la pistola. Desde abajo, le pegué una patada y me puse de pie. El hombre me dio un puñetazo y me empujó hasta la pared. Cogió su arma dispuesto a matarme. Vi toda mi vida pasar. Desde el primer día, mis padres, mi hermana que, me miraba llorando en ese momento… 'Piensa, piensa' - me dije. Rápidamente, abrí el cajón que tenía a mi derecha, saqué un cuchillo y se lo hundí en el pecho, el hombre se retorció de dolor y se apartó de mí. Desaté a mi hermana, la cogí en brazos y eché a correr. No sin antes quedarme mirándolo, tirado en el suelo. Cogí un mechero, y le planté fuego. Delante de él. Con ese gesto ardió mi pasado, mis padres, mi sufrimiento. Lo último que recuerdo es mudarnos lejos de allí, a la isla. Alquile un motel y empecé a buscar trabajo de lo que fuera, basurero, camionero, de lo que sea para salir adelante. Estos trabajos me daban el suficiente dinero para subsistir, y aunque el pasado a veces me atormenta, ahora intento buscar un futuro, un futuro en esta isla fuera de Washington. Lejos de la incertidumbre y de los problemas, para olvidarlo todo y seguir adelante. Información adicional
  3. Nombre y Apellido que vayas a usar ingame (Ej: Javier Pérez): Jack O'Conner Edad y fecha de nacimiento (REAL): 21 años 29/10/1998 Experiencia previa en roleplay: He estado en varios servidores de roleplay pero siempre han acabado cerrando por diversos motivos. Ahora llevo unos 6 meses jugando de seguido en un servidor con Whitelist Historia completa de tu personaje (cómo lo interpretarás, procedencia, qué pretende ser, aspiraciones, miedos etc...): Mi nombre es Jack O’Conner, nací y me crie en los suburbios de Washington, en un barrio pobre y algo peligroso. Vivía con mi familia en una pequeña casa. Diré la verdad, mi infancia fue feliz, mis padres y yo pasábamos mucho tiempo juntos, tenía amigos y me iba bien en la escuela. Desde pequeño, mi sueño fue estudiar mucho para poder de mayor ayudar a la gente. Típico sueño de niño al que después renuncié. Mi adolescencia fue difícil. Fui al colegio hasta los catorce años, edad en la que tuve que dejarlo para empezar a trabajar. Desde aquel incidente me convertí en un niño problemático, sin amigos, al que le gustaba estar solo, empecé a aislarme casi totalmente, excepto por mi hermana. Con la pequeña podía pasar horas y horas. Mis notas bajaron, y mi sueño de toda la vida cambió radicalmente. Solo quería salir de allí. ¿El motivo? Mis padres, y más importante, mi hermana. Ella creció prácticamente sin padres, llevó la peor parte. Poco antes de tenerla, ellos cambiaron por completo. Tiene ahora seis años, fue lo más bonito que llegó a mi vida, y llegó en el peor momento posible. Notaba algo raro lo llevaba notando desde que empecé a cuestionarme nuestra manera de vivir, desde hace ya bastantes años, unos pocos antes de que ella llegara. En cuanto tuve la edad suficiente para concluir que no conocía a papá y mamá, que todo había cambiado de repente, sin yo darme cuenta. No sabía cuál era ese motivo tan importante por el que según ellos, no podíamos saber ni en qué trabajaban. Hasta tenían un pequeño cuarto en casa en el que nos habían prohibido entrar, y yo, a mis veinte años, nunca se lo había reprochado. La curiosidad me mataba, pero decidí dejarlo pasar, por respeto, pero siempre me había dolido. No teníamos familia además de nosotros cuatro, mis padres, mi hermana y yo, o al menos, eso decían. Por tener, no los teníamos ni a ellos. Ese momento en el que me tuve que hacer cargo de mi propio destino. Me dolía que no me lo contasen, sobre todo, porque cuando empezaron a estar ausentes, yo era el que se encargaba de la casa y de mi hermana, a la que quería por encima de todo. Ese día estábamos de camino a casa los cuatro. Empezaba a hacerse de noche. En ese momento apareció un hombre muy extraño. Iba vestido con un traje negro y unas gafas oscuras. Este agarró a mi padre y lo obligó a ponerse de rodillas: acto seguido, le propinó dos patadas en la barriga pidiéndole algo que no llegué a entender. Noté que mi madre agarraba a mi hermana la colocaba detrás de ella, dando dos pasos atrás. Yo me quedé inmóvil a unos metros. Mi padre le echó una mirada a mi madre. Esta asintió. Mi padre forcejeó intentando librarse y el hombre insistió, agarrándolo aún con más fuerza, y sin hacerle caso. Sacó una pistola del bolsillo y la apretó contra la nuca de papá. Cuando mi madre intentó intervenir, el hombre le dio un puñetazo y dejó inconsciente en el suelo. Acto seguido se giró hacia nosotros, agarró a mi madre bruscamente por el pelo y tiró de ella. 'Corre, Jack, corre' - me dijo esta. Cogí a mi hermana de la mano y echamos a correr, mientras a nuestras espaldas, oíamos a mi madre llorar y gritar. Luego, dos disparos. Ese instante me retumbará siempre en la cabeza. Fue la última vez que vi a mis padres. Volver la vista atrás en nuestra huida y ver los cuerpos ensangrentados de mis padres. Mi hermana tiraba de mí y lloraba porque quería volver con ellos, poco después, cayó rendida del cansancio. Estar totalmente perdidos. Solos. La señales ya me lo avisaron, ya sabía que mis padres ocultaban algo pero no sabía el qué. Eso tardaría un tiempo en averiguarlo. Y era lo que más me molestaba, ser ajeno a todo eso. Seguía por el camino dándole vueltas. De verdad quería abandonar a mis padres, librarme de ellos? Por qué salí corriendo en vez de defenderlos? Mire a mi hermana, durmiendo en mi regazo, ajena a todo. 'A tí nunca te abandonaré' pensé. Volvimos a casa, solos. Después de acostar a mi hermana, me quedé pensando lo sucedido sin saber cómo actuar. No quería llamar a la policía, esos idiotas nunca hacen nada, y menos en un barrio como éste… Tendría que resolverlo yo solo. Tenía que vengar la muerte de mis padres. Y quería, es más, tenía derecho a saber todo lo que me ocultaban, a entenderlo por fin. Intenté recordar algo que me ayudara a empezar a buscar. Me levanté y me dirigí al cuarto prohibido, o así le llamábamos mi hermana y yo. Empujé la puerta. Cerrada. Miré por el ojo de la cerradura y solo vi oscuridad. En ese momento parado, allí delante de la puerta, me invadió la rabia. Empecé a pegarle patadas y puñetazos. No pensaba con claridad. No sabía si estaba enfadado con mis padres por abandonarme o con el extraño personaje que había acabado con ellos. En uno de estos empujones, la puerta se abrió. Me quedé quieto, sin poder moverme. Le había perdido el respeto a mis padres, los odiaba, odiaba esta vida que tanto me había hecho sufrir a mí y también a mi hermana. Entré en el lugar. Se trataba de un cuartucho todo lleno de papeles, libros, fotografías,... cogí un gran libro en el que se podía leer: importante y me lo guardé para luego. Luego desdoblé un papel que se encontraba encima de un escritorio. El papel tenía una dirección, una hora y un nombre al lado. Y una fecha, la fecha era para dentro de dos días. Me entró un escalofrío. ¿De verdad podía estar tan cerca de averiguarlo todo? De verdad tenía la posibilidad de acabar con esto por fin y ser libre? Ese día temprano dejé a mi hermana durmiendo, cerré con llave y me aseguré de que todo quedaba a salvo, cogí el coche y me dirigí a la dirección del papel. Al llegar, me puse a observar donde me encontraba. Era un lugar bastante alejado de nuestra casa, estaba delante de un bloque de pisos, llamé al timbre y alguien descolgó el telefonillo. 'Vengo a ver al señor x' dije mirando el papel que sujetaba. El portal se abrió. Subí las escaleras hasta el piso que buscaba. Empujé la puerta, que estaba entreabierta. Alguien desde el interior me respondió: 'Jack O'Conner, ¿Eres tú? Se trataba de un hombre mayor, sentado en un sillón, a unos pasos de la puerta. Le pregunté quién era, y este me dijo que no venía a cuento, que al fin y al cabo, era un amigo de la familia. Un amigo de la familia? Qué familia? Ya no quedaba ninguna, y de hecho, dudo que pudiésemos ser considerados familia. Me dijo que me sentase y que ya sabía la noticia de los padres, por desgracia, las noticias corren como la pólvora. Acto seguido me invitó a beber algo, lo que rechacé. El hombre se sirvió una copa de alcohol, suspiró y empezó a decirme: 'Sé a lo que has venido. Hay muchas cosas que debes saber'. Vio mi cara, lo miraba intrigado sin saber qué decir. Continuó hablando: 'Tus padres estaban esperando el mejor momento para decíroslo, por desgracia, ese momento tuvo que llegar de mala manera. Sé también que has estado hurgando en la oficina de tus padres, sin eso, no me habrías localizado. Dime, has llegado a encontrar las armas?'. '¿Armas?- dije yo. Había visto a mi padre con una pistola a veces, pero supuse que era para moverse por el barrio, un noventa por ciento de la gente aquí las tiene'. El hombre se rió 'No, Jack, esas armas no, me refiero a las que fabricaban tus padres.' Espera, que mis padres fabricaban armas? Qué tipo de armas? Mi cara lo debió de decir todo porque el hombre rió de nuevo y siguió: ' Tus padres eran fabricantes de una potente arma ilegal que nunca llegó a salir al mercado, porque aún no estaba terminada, según ellos. La fabricaban por encargo, por orden de alguien que se la pidió, una persona muy peligrosa, yo no me atrevería a negarlo, supongo que ya conocerías a sus sicarios.' Claro, esos fueron los que los mataron, pero por qué?? El hombre continuó. 'Se trataba de un líquido, una especie de droga que podía lograr que la persona que la bebiera fuese esclavo del que se la dio, algo como las ya existentes pero a gran escala. Esta droga podría aguantar meses e incluso años en el cuerpo de una persona, si se hace debidamente, algo parecido a un virus, creando células patógenas nuevas en el interior de alguien, reproduciéndose.' Me entró un escalofrío, tenía que encontrarla. 'Como te decía, tus padres la fabricaron por encargo, pero se dieron cuenta de que podría ser usada para algo muy gordo y muy perjudicial, así que no la acabaron, la dejaron a falta de un ingrediente. Y me llamaron para consultarme lo que debían hacer, tengo fama de hacer desaparecer las cosas. Quedamos hoy y viniste tú. Yo les advertí, a esa gente es mejor darles lo que te piden. 'Dónde está el arma?' Pregunté yo, tienen alguna posibilidad de terminarla?'. No pude acabar de hablar, mi móvil sonó. Contesté. Una voz ronca me habló desde el otro lado de la línea. 'Jack O'Conner, qué tal estás?'. Pregunté quién era, a lo que el hombre me respondió: 'Tengo a tu hermanita y estoy en tu casa. Si no quieres que le pase lo mismo que a tus padres, tráeme el diario ahora mismo'. Le grité que yo no tenía ningún diario y que soltase a mi hermana o lo mataría, a lo que este respondió riéndose: tienes dos horas, y colgó. Ahí caí de la cuenta: buscaba el libro. Lo saqué del bolsillo y se lo tiré al hombre con rabia. Buscan esto. Le dije. Por qué? El hombre no lo quiso coger, me advirtió que más me valía dárselo, tenerlo era peligroso. El libro contenía la fórmula. Me da igual, dije, tengo que rescatar a mi hermana. El hombre me dio una pistola y sus últimas palabras fueron: 'Estás loco'. Salí del piso y conduje hasta casa. Estaba todo cerrado, tranquilo, una falsa tranquilidad que no me gustaba nada. Fui por la puerta trasera, la abrí poco a poco. Silencio. Entré en la casa abriendo la puerta de un empujón. Parecía desconocida para mí. Recorrí los pasillos, no había nadie. De repente escuché un grito. Fui corriendo a la cocina. En ella, estaba mi hermana en una silla, atada y sin poder moverse, frente a ella estaba un hombre, de espaldas a mí. Me dijo que esperaba mi visita y que le diese lo que le pertenecía. El hombre seguía de espaldas, sin mirarme. 'Devuélveme a mi hermana o te mato'. Dije serio. El hombre se mantuvo sin mirarme con una tranquilidad abrumadora. No se giró, permanecía de espaldas a mi. Lo apunté con la pistola. 'Suéltala ya y vete de aquí'. El hombre se rió. 'Tú no sabes con quién estás hablando. Eres valiente, eh? Nadie se había atrevido a hablarme así'. Seguí apuntándole. El hombre se giró. Ví su cara. Ese era el hombre que había mandado asesinar a mis padres, y más importante, el hombre que había hecho sufrir a mi hermana. Lo miré con desprecio sin dejar de apuntarle. En un instante, lo tenía encima de mí, cortándome en aliento con las manos. Me quitó la pistola. Desde abajo, le pegué una patada y me puse de pie. El hombre me dio un puñetazo y me empujó hasta la pared. Cogió su arma dispuesto a matarme. Vi toda mi vida pasar. Desde el primer día, mis padres, mi hermana que, me miraba llorando en ese momento… 'Piensa, piensa' - me dije. Rápidamente, abrí el cajón que tenía a mi derecha, saqué un cuchillo y se lo hundí en el pecho, el hombre se retorció de dolor y se apartó de mí. Desaté a mi hermana, la cogí en brazos y eché a correr. No sin antes quedarme mirándolo, tirado en el suelo. Cogí un mechero, y le planté fuego. Delante de él. Con ese gesto ardió mi pasado, mis padres, mi sufrimiento. Lo último que recuerdo es mudarnos lejos de allí, el pasado a veces me atormenta, pero ahora sé que tengo un futuro en un lugar nuevo, lejos de la incertidumbre y de los problemas, para olvidarlo todo y seguir adelante. Información adicional
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