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    Lucas O’Reilly

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  1. Perfil del apadrinado: https://despistaos.es/foro/profile/32191-inderius/
  2. - Nombre y apellido (IC): Lucas O’Reilly. - Edad y fecha de nacimiento (OOC): 12/11/1995, (19 años) - Experiencia previa en roleplay: He pasado por numerosos servidores roleplay en distintos juegos, cuando más tiempo estuve fue en Luna De Sangre (servidor RP del Lineage II), también he pasado por Neverwinter Nights 1 y 2, Word of Warcraft y GTA San Andreas Multiplayer, siempre en servidores roleplay. - Apariencia: Estatura media alta (1,85m), complexión atlética y peso medio (85kg) - Actitud: Persona simpática cuando entra en confianza, con un turbio sentido del humor, quizás a veces demasiado irónico. - Aficiones: Videojuegos, cine, series, baloncesto y motocicletas. - Aspiraciones: Ser un actor destacado, o al menos haberlo intentado lo suficiente como para poder decir que lo intentó. - Habilidades: Dada su formación en artes escénicas, tiene dotes de actuación, es bastante fuerte debido a que cuida mucho su cuerpo para estar en forma para cualquier papel. - Historia: Mi nombre es Lucas O’Reilly y mi historia comienza cuando mis padres, quienes ya habían tenido un hijo varón, empeñados en hacer la parejita, se animan a tener un segundo hijo. Se podría decir que fue una decepción para ellos que su segundo hijo no fuera una niña, para así cumplir con los planes que habían tenido de jóvenes cuando planeaban cómo serían sus hijos. Sin embargo, no puedo quejarme. Nunca me faltó de nada; ni material, ni emocional. El hecho de tener un hermano mayor ayudó mucho a mis padres en cuanto a mi educación y en cuanto a su vida social, ya que mi hermano solía quedarse conmigo cuando era un bebé, y así mis padres podían seguir cumpliendo en sus trabajos (ambos abogados) e incluso yendo a cenar de vez en cuando, con su relativo postre. Recuerdo que, cuando era pequeño, mi hermano para que no le molestara solía ponerme películas para mantenerme entretenido y, aunque no eran las típicas películas de dibujos que pones a tu hermano pequeño, me tenían embobado mirando la pantalla el tiempo suficiente como para pedir otra, o incluso volver a ver la misma si me había gustado. Se puede decir que puse fácil a mi familia el tener un segundo hijo, siempre solía pedir eso, una simple película para mantenerme entretenido, supongo que el del videoclub hizo el agosto con nosotros durante esos años. En el colegio solía aburrirme, mis notas eran muy justas aun siendo mi centro de poco nivel competitivo, ya que era un colegio privado, donde aprobaban al mejor postor. Aun así me las ingenié para no retrasar mi educación y, como poco, “cumplir” con mis objetivos educativos en aquella edad. La verdad es que no mantengo relación con nadie de esa época, mis padres siempre me han dicho que era un niño muy abstraído, siempre con películas y que solía salir poco de casa a jugar como un niño normal. En el instituto mis aptitudes de estudio no mejoraron, se mantuvieron en la línea de “lo justo y necesario”, pero poco más se podía pedir, ya que consideraba que toda esa metralla de información no iba a servirme, o al menos la mayoría. Sin embargo, las habilidades sociales mejoraron, consiguiendo ser bastante popular, al menos por los pasillos del centro. La primera semana de clase vi que había un club de teatro y rogué a mis padres para que me apuntaran, éstos aceptaron con la condición de que no afectara a mis estudios, y así fue. Gracias a ese club conseguí la integración social del centro, tenía un grupo de amigos guays e iba todo el día haciendo referencias a películas e incluso sobreactuando reacciones a la hora de saber las notas, conocer exámenes sorpresa y hasta cuando algún machote de algún grupo de deportes pretendía hacerme bullying. La ironía y el humor (especialmente el negro) se convirtió en mi arma de defensa durante esos años, quizás por eso había una especie de relación amor-odio con mis compañeros. En este grupo de teatro comenzó también mi coqueteo con las drogas y el sexo, ya que quedábamos siempre para ensayar las obras en casa de un chaval y nunca estaban sus padres, los cuáles por lo visto habían estado bastante ausentes durante su vida, nunca indagamos en el motivo, simplemente nos lo pasábamos bien juntos. Ahí en esa casa solíamos fumar marihuana y beber entre ensayo y ensayo y claro, a veces habían escenas de besos que se salían de la actuación. Fue en esas “clases particulares” cuando descubrí que era bisexual, y me atrevería a decir que todo el grupo de teatro lo era, o al menos lo actuaba muy bien… En esos años tuve varios amantes, de varios sexos, obviamente ocultándolo a mi familia, ya que los consideraba demasiado conservadores y, dado que ellos daban por hecho que era hetero nunca hubo ninguna conversación con ellos que me hiciera sentir incómodo. Para mis padres y mi hermano yo seguía siendo ese niño adorable al que le encantaba ver películas, incluso iban a verme a las obras de teatro y se podía decir que se sentían orgullosos. Pero todo este limbo de drogas y sexo se fue al traste cuando un día volvieron los padres del chaval antes de lo previsto, y nos pillaron a todos semidesnudos y borrachos por su casa. Nos tacharon de monstruos enfermos y se encargaron de ir llamando uno a uno a los padres de cada uno. Por supuesto no soy tonto, puse cara de pobrecito y alegué que era la primera vez que iba a esa casa y que la presión social había sido la culpable de todo. Mis padres imagino que se lo tragaron pero mi hermano se entrometió más en mi vida desde entonces. Recuerdo que me daba charlas de que me alejara de ese mundo de las drogas y el vicio, aun no volviendo a tener ningún desliz, ni ninguna pillada más. Supongo que la vena de hermano mayor le salió algo tarde, aun así le agradezco el interés. Después de todo el episodio dramático, no se cómo me las ingenié para convencer a mis padres de que me dejaran estudiar Artes Escénicas en la Universidad de Los Santos, la más prestigiosa del país y, dado que mi familia es de buen sueldo, pude permitirme unos estudios allí. Aún así, aunque mi familia pagara la matrícula, de los gastos de la residencia y de mi subsistencia debía encargarme yo, supongo que parte de la confianza en mí de mis padres murió el día del percance. Estuve trabajando de camarero durante los años de la carrera, aguantando jefes imbéciles, ligando con algún que otro cliente (mujer u hombre) y realizando alguna que otra obra en los grupos de teatro de la universidad, aunque no llegué a “abrirme” tanto como en el instituto. Una vez graduado, mis padres me dieron la opción de no volver a New York y empezar mi carrera en Los Santos, abriendo así mis posibilidades de encontrar un trabajo de lo mío. Y en este punto nos encontramos, de casting en casting en busca de esa película o serie que me de el salto al estrellato y, quién sabe, quizás algún día dedicar un Óscar a los padres de aquel chaval que casi consigue frustrar mi sueño…
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