Infancia y adolescencia buenas fuera de casa, malas dentro. Intentaba pasar el mayor tiempo posible fuera de casa para no tener encontronazos con su padre, esto le llevó a ser buen estudiante, hacer varios deportes, pero aunque sin problemas de sociabilidad intentó no abrirse nunca demasiado con nadie por no descubrir lo que tenía en casa.
A los 18 tiene claro que quiere ir al ejército, en realidad lo tiene claro desde que ve en televisión los atentados del 11-S tres años antes. Digamos que se comió el panfleto entero del "alístate". En el ejército es donde por primera vez se abre a las relaciones personales, considerando a sus compañeros hermanos. Tras varias misiones en Afganistán, Irak, Líbano e Irán con los Marines aprende lo que es el sentimiento de pérdida, de dolor, de compasión, de odio, de frustración, pero sobre todo de compañerismo. Tras 4 años y medio como marine decide presentarse a las pruebas de los Navy Seal, sabe que son duras, pero nunca tocó la campana. Se gradua y tras 1 año muy duro (siempre recordará la "semana del dolor") comienza a ser una parte importante de este cuerpo de élite. Tiene 23 años, de aquí a los 28 sus operaciones son clasificadas, aunque cabe destacar que en este periodo temporal muere su padre (ni va al entierro, lo odia) y que comienza a hacerse preguntas: muchas veces duda de quien son los buenos y quienes los malos, por qué o quién pone su vida en juego realmente, deja de creerse el panfleto. Esto, sumado a que aparece en su vida la que posteriormente sería su esposa, le hace abandonar el ejército y asentarse en San Diego como promotor inmobiliario. La vida civil no dura ni 2 años. Ya casado, no soporta su trabajo y comienza a plantearse las ofertas del sector privado que llevaba rechazando desde que conoció a su mujer.
Abandona su trabajo a los 30 y firma con una contratista de defensa. Vuelve a sentirse útil en su trabajo pero se va deshumanizando, a los 32 su mujer le pide el divorcio, lo firma y la deja que sea feliz. De los 32 a los 36 se va volviendo más solitario, se centra en el trabajo, ya no con la contratista de defensa sino de operaciones clandestinas al mejor postor. Disfruta los 2 primeros años, es efectivo y gana mucho dinero. A partir de los 34 comienza a dudar de qué está haciendo, ¿vale todo por ser bueno en algo?. Cumplidos los 35 hay una misión de rescate que lo marca, esta vez no se trata de una vida más que desaparece por apretar un gatillo, esta vez es distinta, esta vez mueren niños, esta vez es su culpa... Deja todo y cuando quiere darse cuenta ha estado casi 2 meses sin pronunciar una palabra. Es hora de cambiar de vida, es hora de volver a ser "humano", es hora de mudarse a Los Santos...