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LustLuctus

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Información personal

  • Nombre del personaje
    Mia Di Santi

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  1. Id del padrino: 15907 Usuario apadrinado: Ezeg Motivo: Es un chico con el que he roleado mucho y siento que puede aportar mucho con su forma de rolear, además de que me daría mucho gusto que lo hiciera aquí. https://despistaos.es/profile/31549-ezeg/
  2. • Nombre y Apellido que vayas a usar ingame: Mia Di Santi • Edad y fecha de nacimiento (REAL): 28 años - 21/02/1992 • Experiencia previa en roleplay: Llevo roleando desde los 22 años, por ahí. He roleado en comunidades via foro, twitter y hace tres años comencé a rolear en servidores de GM (Garry's mod), SAMP y servidores de FiveM whitelist. • Historia completa de tu personaje: Mia no era ninguna niña especial ni tampoco parecía ser del tipo de niños que salen en las propagandas por ser "lindos" pero tenía una familia y eso era todo lo que importaba. Su madre conoció a su padre en su fiesta de 15 y fue amor a primera vista pero no fue hasta los 16 que comenzaron a salir. Su abuela no aprobaba ese noviazgo y creyó que sería pasajero pero los años pasaron y pronto vio el fruto de ese amor con la llegada de Mia a sus vidas. El cuadro familiar era el ideal pero el destino tenía otros planes. La abuela de Mia siempre decía que "Lo que se rompe difícilmente puede volver a ser lo que era antes". Ella no comprendía en ese entonces el significado de aquellas palabras y creyó que con el tiempo las olvidaría. Apenas a un año del fallecimiento de su padre a causa de una bala perdida, Mia tuvo que comenzar a hacerse a la idea de que ya no era una niña y con tan solo 8 años, tuvo que casi ponerse en el papel de una Ama de casa. Mantenía la cocina limpia, los cuartos ordenados y a veces trapeaba, todo con tal de aligerar más las cosas para su madre. Con el tiempo, ésta comenzó a llegar cada vez más tarde del trabajo. Mia comprendía que ser camarera de turno noche era pesado pero a veces se sentía realmente sola y con miedo. Un día se animó a cocinar unos fideos con un poco de manteca, lo único que podía ya que ir de compras era algo que le excedía un poco por el peso de las bolsas y la lejanía de los mercados. Estaba orgullosa de sí misma y esperaba que su mamá también lo estuviera pero esa noche llegó con compañía. Creyó que era simple casualidad que el amigo de sus padres estuviera allí esa noche, pero las visitas comenzaron a ser cada vez más frecuentes hasta que un día tuvo que quedarse a dormir debido a la tormenta que acontecía. A la mañana siguiente, no pudo guardarse lo sucedido aquella noche en la habitación de su madre. Su rostro estaba completamente sonrojado y hasta creía que no debería meterse en esos asuntos pero su pecho le dolía. ¿Cómo era posible que en tan poco tiempo su madre hubiera olvidado 5 años de noviazgo y 6 de matrimonio? Su actitud le hacía creer que no le importaba y quería pensar que era un error pero ya ni siquiera la foto familiar estaba colgada junto a la puerta. La respuesta no fue la esperada y tuvo que guardarse todo lo que sentía aunque le explotara la garganta. La visita no tardó en ocupar el lugar que había dejado vacante su padre y hasta un hermano venía en camino. Con el puesto de sargento de su flamante pareja, su madre pudo dejar la porquería de trabajo que tenía y enfocarse así en ese pequeño pedacito de alegría. Se había sustituido la pieza faltante y ahora la casa funcionaba mejor que un reloj Suizo. Era un cuadro sumamente precioso si es que también era posible tapar el sol con un dedo. Era como si la existencia de Mia fuera nula o algo parecido. Todo giraba en torno al nuevo bebé y eso influyó demasiado en su comportamiento. Sus notas eran desastrosas y sus amigos eran el típico grupito por el cual cualquier madre desconfiaría pero no la de ella. El colegio se cansó de efectuar llamadas de atención por las faltas y sus tutores se dieron por vencido demasiado rápido al no ver interés en mejorar sus notas. No le revocaron la vacante en el colegio solo por el hecho de no marginar a la adolescente y por no poner en juego el prestigio de la institución. Su situación familiar comenzó a mejorar mágicamente alrededor de los 13 años. Su padrastro mostró más interés en la educación de Mia y decidió cambiarla a un colegio privado. Él personalmente fue a comprar su uniforme junto con más ropa para la chica. Por fin volvió a sentirse a gusto en su casa, pudo sentirlo su hogar. Ahora tenía amigos nuevos, era popular y sus notas eran muy buenas. Eso la alentó a querer seguir los pasos de su padrastro de querer convertirse en oficial o incluso en abogada. Para su fiesta de cumpleaños, él no escatimo en gastos: vestido, salón, incluso un auto al estilo antiguo digno de una princesa. Fue una noche maravillosa y sus nuevos amigos aseguraban que había sido la mejor fiesta del año. Extasiada por el albedrío de la fiesta, bebía ponche de cualquier copa y se iba a seguir bailando aunque ya apenas quedaban pocos invitados. Comenzó a sentir sus párpados pesados y tuvo que irse a sentar a su mesa. La cabeza comenzó a darle vuelta y pronto no fue capaz de mantenerse en pie, desplomándose en los brazos de alguien. La habitación era fría y parecía que aún no había amanecido por la oscuridad que percibió al abrir débilmente los ojos. Sus extremidades estaban entumecidas como si llevara algún extraño peso encima, pero algo no iba bien. Su pecho comenzó a agitarse aterrorizado al ir comprendiendo la situación. El dolor comenzó a invadir su cuerpo e intentó gritar pero fue acallada rápidamente. Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras el contrario aún continuaba el acto. Había sido una presa tonta y fácil para aquel monstruo. Al terminar, solo una amenaza bastó para silenciar a la adolescente que enterraba con odio las uñas entre las sábanas, fulminando con la mirada a esa persona que había comenzado a respetar como un padre. Los días posteriores a ese pasaron con aparente normalidad. Mía no hizo mención del tema y aquel hombre tampoco pero sentía como la observaba con asquerosa lujuria a donde sea que fuera. Todo lo que había logrado reconstruir volvió a sucumbir en ruinas. Sus notas volvieron a bajar, su actitud cambió y cortes comenzaron a aparecer en sus muñecas. No tardó en encontrar más de lo mismo en aquella escuela. Tras dos años de falsa amistad, ellos mostraron su verdadero ser, lobos con piel de cordero. Hablaban a su espalda e inventaban rumores que la convertían en la zorra más accesible del colegio. Si ya los demás habían labrado su destino, ¿Por qué no hacerlo de todas formas?. El dinero dejó de ser un problema para ella entonces y fue algo común que casi no durmiera en su casa con la excusa de estar en "lo de una amiga". Con 17 años, Mia tenía la peor reputación de la escuela pero aún así bajaban la mirada cuando ella cruzaba frente a ellos. La gente con la que ahora se juntaba estaba a otro nivel y no se estaba con juegos de niños tontos y mimados. Por su edad, se suponía que debía estar por lo menos en último año pero aún le quedaban por lo menos dos si es que lograba pasar los exámenes. Donde estudiaba no era como su anterior escuela y recurrieron a hablar con sus padres. Cuando Mia llegó a la casa, su madre y su hermano no estaban, lo cual no le pareció para nada extraño. Ese día no había comido nada, por lo que se acercó a la cocina para buscar algo. Sobre la mesa, una carta con el sello de la escuela llamó su atención. Apenas sus dedos rozaron el papel, sintió un tirón de pelo y la voz de su padrastro. Estaba enfadado ya que había recibido un llamado de atención por sus superiores. Pese a que Mia no era su hija, estaba bajo su cuidado también y su actitud había llegado a los oídos de los más altos cargos, provocando burlas internas entre los demás oficiales de más bajo rango. Encolerizado por la actitud desafiante de la menor, la acorraló contra la mesada y continuó gritándole, recriminándole todo lo que había hecho por ella, incluso lo de su fiesta de 15. Los recuerdos inundaron rápidamente su cabeza. Los gemidos ajenos, el dolor, esa sonrisa socarrona consciente del daño que estaba provocando, todo eso comenzó a revolverle el estómago pero no dejó que esto se reflejara en su rostro. Aparentemente esa misma cercanía había despertado ese asqueroso instinto en el contrario quien no tardó en volver a manosear el cuerpo de la chica. Lejos de dejar que los recuerdos la paralizaran, siguió el jugueteo un rato esbozando una pequeña sonrisa pícara. Su padrastro se sintió complacido de que ella no se opusiera a sus caricias e intentó ir más allá. Un sonido seco retumbó en la habitación y los movimientos del hombre se detuvieron. Su boca comenzó a chorrear sangre y su cuerpo perdió estabilidad, desplomándose en el suelo. La sonrisa de Mia se ensanchó al ver aquel repugnante ser desangrarse en la cocina y no perdió tiempo en decirle todo lo que se había guardado esos años, del infierno en el que se había convertido su vida desde que él había llegado a su casa aquella noche de tormenta. El grito de su madre en la puerta interrumpió su desahogo. Había estado escuchando todo lo que había dicho pero no le importó. La cachetada que le había plantado le había dejado en claro que nunca le había importado. Que si ella se hubiera muerto junto con su padre, todo hubiera ido mejor. Solo eso bastó para sentir que nada la ataba a quedarse en ese sitio. Dejó el arma que había tomado de la cintura de su padrastro en la mesa, tomó algunas de sus cosas lo más rápido que pudo y se alejó de allí con las sirenas de fondo acercándose a la que hasta ese entonces había sido su casa. El bajo mundo era más amplio de lo que alguien podía imaginarse y ella era parte de este. Ahora era libre para decidir. • Descripción Física del personaje: De las cosas de las que Mía más puede presumir es de su estatura. Más alta que la media femenina, le permite poder lucir sin pena sus esbeltas piernas. No es muy delgada, pero tampoco demasiado corpulenta. Su cabello negro cae como una cascada sobre sus hombros, dibujando ligeras ondas delicadas pero difíciles de domar que acentúan sus facciones. El hecho de tener una descendencia italiana se nota en sus rasgos: su cara ovalada tiene un leve tono oliváceo, decorada con pequeñas pecas que se extienden por gran parte de su rostro. Sus ojos son grandes y de un tono parecido al de la miel. Sus labios no son muy carnosos, pero tienen una forma bonita, y su nariz es un poco chata. A primera vista su rostro puede transmitir cierta inocencia, aunque también es capaz de transmitir fuerza y decisión. • Descripción Psicológica del personaje: Observadora y desconfiada. No le gusta que las personas se tomen la confianza que ella no ha dado y actuará arisca ante quienes intenten acercarse a ella con esa actitud. Si bien es reservada con sus palabras, no tiene problemas en decir lo que cree que está mal. Tiene poca paciencia, por lo que tiende ser un poco irascible. En situaciones normales, es agradable, risueña y un poco torpe. Cuando toma confianza con alguien se vuelve un poco más dócil, llegando a actuar casi como una niña. • Miedos: • Llamarle miedo sería algo erróneo pero espera nunca volver a cruzarse con su padrastro. • No lo reconocerá pero teme encariñarse con alguien y que la defrauden. • No se siente cómoda en las alturas. • Aspiraciones: Desde la secundaría, donde todos comenzaron a esparcir rumores de ella, no sigue reglas de estereotipos y ahora que por fin a alcanzado su independencia, solo quiere vivir de la mejor manera posible. • Hobbies: • Practica de Parkour. • Repostería. [Atención: Se le da fatal.] • Gustos/disgustos: • Tiene una pequeña manía: No le gusta que la gente se quede mucho tiempo parada a su izquierda. • Le gusta beber pero rara vez hasta emborracharse. • Le encanta tronarse los dedos. • Odia el calor. • Disfruta de días de tormenta con la compañía de chocolate caliente. • Odia la gente que se cree superior a otros o tiene aires egocéntricos. • Datos extras: • Nació en Argentina y vivió un tiempo allí antes de trasladarse a Los Santos. Conserva la tonada. • No tiene buen manejo con las armas pero no teme usarlas si la situación lo requiere. • Su aspecto femenino a veces no concuerda con su forma de actuar. • Es ambidiestra. • Siempre lleva una pulsera plateada, obsequio de su padre antes de fallecer. • Ya no consume drogas y tampoco se corta pero las cicatrices aún son algo visibles.
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