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    Alejandro Ivar

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  2. Nombre y Apellido : Alejandro Ivar Edad y fecha de nacimiento (REAL): 29/05/1996 Experiencia previa en roleplay: Llevo 5 meses roleando, he estado en servidores como JamaosRP y CannabisRP. He sido policía y todavía sigo siendo EMS en JamaosRP. Historia completa de mi personaje: Alejandro Ivar nació el 18 de junio de 1992, en la ciudad de Oslo (Noruega). Su padre se llamaba Erik Ivar, era un inspector de policía muy prestigioso. Su madre, Sara Martínez, nació en España pero actualmente trabajaba en un laboratorio químico en Oslo. Cuando Alejandro nació ellos decidieron alejarse del centro de la ciudad y se fueron a Stovner, un distrito ubicado al extremo noreste de la ciudad de Oslo, para centrarse en cuidar a su hijo en un ambiente mucho más tranquilo. Desde pequeño, Alejandro se caracterizaba por ser un niño muy observador y muy serio. Lucía una brillante melena rubia y le encantaba ir gateando por toda la casa para investigar y analizar todo lo que le rodeaba. No le importaba qué obstáculo hubiera delante suyo, él siempre lograba quitarlo! Era un chico muy astuto. Al ser un chico serio le costó hacer amigos en el pequeño vecindario en el que vivió. Cuando su madre lo llevaba a jugar al parque él siempre era el niño que jugaba solo mientras observaba como otros niños se lo pasaban bien divirtiéndose juntos. Eso no quería decir que se aburriese, era más bien que no sabía cómo empezar a hacer nuevas amistades. A la edad de 5 años, en el barrio ya se le conocía como el niño callado que no caía bien a nadie. Un día estando en el parque, Alejandro estaba jugando con una pelota de fútbol chutando contra una pared y de repente se acercó un niño a preguntar si podía jugar con él ya que era nuevo en la zona y no tenía ningún amigo por allí. Al ser una de las muy pocas personas que se había acercado a Alejandro, aceptó con una tímida sonrisa en la cara. Ese niño se llamaba Arthur y desde ese día entablaron una gran unión. Cada día que iban los dos al parque a jugar eran inseparables. Pero Arthur, a medida que pasaban los días, se relacionaba exitosamente con los otros niños del parque y eso era algo que ponía muy celoso a Alejandro, ya que él todavía era el chico callado y solitario. Con el paso del tiempo, Alejandro empezó a ir a la escuela. Era el chico que se sentaba en el fondo de la clase, simplemente porque le gustaba observar todo lo que ocurría a su alrededor. En el patio siempre se ponía a andar mirando todo lo que hacían los demás niños, quería tener todo controlado y analizado, por si pasaba algo y poder saber qué hacer en cualquier situación. Un día se percató cómo un grupo de niños empezaba a burlarse y reírse de un niño de su clase hasta hacerlo llorar. Cuando pararon y se fueron él se acercó y le preguntó cómo estaba, el otro niño le dijo que todos los días le hacían lo mismo y se sentía muy triste. Alejandro, al ver toda esa situación, supo lo que tenía que hacer. Cuando la profesora preguntó en la clase si alguien había visto algo sobre lo que pasó el otro día en el patio, miró fijamente a Alejandro. Él se armó de valor, se levantó de su silla y dijo: profe, yo he visto todo lo que ha pasado. Desde ese mismo día Alejandro se ganó la etiqueta de chivato en la escuela y la gente se empezó a acercar todavía menos a él. Como ya estaba acostumbrado a estar solo no le importó mucho la situación, él sabía que cuando quisiera podía contar con su único amigo Arthur. Siempre que Alejandro salía de clase quedaba con Arthur para hablar de todo un poco ya que iban a colegios diferentes. Cuando Alejandro tenía 11 años, Arthur le preguntó si quería ir el sábado por la tarde con unos amigos suyos de la escuela a un pequeño bosque que había al lado del vecindario. Primeramente él dijo que no pero al final decidió ir. El sábado, cuando Alejandro llegó al lugar acordado todos empezaron a susurrar y a reírse, lo que no sabía él es que se había ganado el apodo de niño chivato de la zona. A él le dio un poco igual y lo ignoró, lo que le afectó un poco más fue que su mejor amigo quedaba con gente que se reía de él. Un poco más tarde, el grupo empezó a meterse con él inventándose algunas mentiras. Alejandro se cansó un poco de esa situación y le dijo a Arthur que no se encontraba bien y prefería irse a casa puesto que sus amigos no paraban de burlarse de él. Alejandro tenía la esperanza que su amigo lo defendiera frente a los otros niños pero le respondió: - ¡Venga tío! Que sólo es una broma! No te lo tomes tan en serio! – Tras escuchar eso, Alejandro comenzó a correr por el camino de vuelta y, cuando llegó a la entrada del pequeño bosque, empezó a llorar desconsoladamente. Se prometía a él mismo no volver a confiar en nadie. Según pasaban las semanas, Arthur intentó disculparse con Alejandro, pero no lo consiguió y, de forma gradual, el vínculo que habían creado entre ellos fue desvaneciéndose poco a poco. Cuando Alejandro era adolescente, su padre Erik empezó a regalarle objetos relacionados con la policía y la marina. A él no le gustaba ese tipo de obsequios ya que no tenía claro qué quería ser en la vida. Un día, cuando tenía 16 años le dijo su padre Erik: - !Hijo, tienes muchas capacidades y habilidades, seguro que llegas a ser un gran marine!. Alejandro le dijo que no, que él no quería ser eso de mayor, él todavía no estaba decidido. Cuando su padre escuchó esas palabras lo miró fijamente y le gritó: - !Tú vas a ser mejor que yo, soy tu padre y lo mejor para ti y para mí es que me hagas caso, no hay más que hablar!. Erik cerró la puerta con un golpe y Alejandro, sin otra elección, tuvo que aceptar esas palabras. Cuando Alejandro cumplió los 21 años y acabó los estudios obligatorios y el Bachiller, lo mandaron a un campamento militar para empezar sus estudios allí . El mismo día que llegó le asignaron unos compañeros de habitación. Cuando estaba dejando sus pertenencias en la taquilla, había un chico de espaldas sacando varias cosas y cuando se dio la vuelta saludó a Alejandro y le dio la mano. Él se quedó un poco perplejo mientras se saludaban porque le sonaba mucho la cara de ese chico, hasta que se percató que era el amigo con el que solía jugar de pequeño. Al parecer él era el único que se había dado cuenta, Arthur no le reconoció. Alejandro al darse cuenta de eso no dijo nada puesto que todavía le guardaba mucho odio. Según pasaban los días y las semanas, Alejandro destacaba por ser un chico muy astuto y observador en la zona de combate por lo que hacía que las demás personas querían formar parte de su pelotón de entrenamiento. Aunque destacaba en el campo de entrenamiento seguía siendo un chico callado a la hora de relacionarse con los demás. Mantenía las distancias con Arthur aunque este ya se había dado cuenta también de que era su antiguo amigo. Despues de 5 meses en el campamento militar, a la hora de comer, Arthur y el grupo de amigos que había hecho se acercaron dónde estaba Alejandro y se sentaron junto a él, pero les pidió amablemente que se marcharan ya que le gusta comer solo. Cuando Arthur escuchó eso, se apoyó más en la mesa y le dijo: -Tú siempre prefieres estar solo. ¿Sigues siendo el niño chivato de siempre? igual no nos conviene que gente como tu este en nuestro bando-. Alejandro se levantó muy enérgicamente y le gritó: - ¿Ahora me vienes con esas? ¿Qué he hecho yo para que me hables de esa manera?. Arthur también se levantó y le dijo con aires de superioridad: - Me ignoraste, me dejaste de hablar sin ningún motivo pero me ayudaron a darme cuenta que nadie quiere a un chivato como amigo -. Cuando Alejandro escuchó eso explotó y se lanzó por encima de la mesa para poder tirarse encima de él y empezar a pegarlo. Alejandro le empezó a dar puñetazos en la cara mientras Arthur estaba en el suelo defendiéndose. Los guardias del comedor los cogieron a los dos para separarlos y, mientras Alejandro estaba bajo un estado enorme de ira, consiguió quitarle la pistola al guardia y apuntó directamente a la cabeza de Arthur. En ese momento todo quedó inmerso en un absoluto silencio, todos quedaron paralizados y podía cortarse la tensión con un cuchillo. Arthur le dijo que se relajara y que no era para tanto. Alejandro le dijo mientras empezaba a llorar: - ¿No es para tanto? ¡Eras mi único amigo y me abandonaste para hacerte el guay! ¡Te odio! - Tras decir eso Alejandro disparó, apuntando al suelo. Entre un mar de lágrimas, soltó la pistola y los guardias lo tiraron al suelo y lo esposaron. Esa misma noche avisaron a los padres de Alejandro de lo ocurrido. Erik se sintió desolado, fracasado, muy decepcionado por su hijo. Tanto que había hecho por él para acabar así, y su madre siempre aceptaba lo que dictaba Erik, por más que le doliese ella sabía que él siempre tenía razón. El director del campamento militar decidió expulsarlo, pero nadie quería ir a recogerlo. Alejandro se extrañó mucho así que compró un billete de bus hacia Stovner. Cuando llegó con todas sus pertenencias llamó al timbre de su piso, le contestó su padre y sólo le dijo estas palabras: - Mira el buzón-. Él lo observó y se encontró un sobre que podía alcanzar con la mano. Dentro había dinero y una carta que decía: “No podemos sentirnos más decepcionados como padres, es hora de que vivas tu propia vida”. Alejandro se quedó en shock y empezó a llamar a la puerta gritando: - ¡¿Mamá, Papá, qué cojones es esta carta?! -. No obtuvo ninguna respuesta, por lo que cogió su maleta se marchó. Se sentó en el primer banco que encontró y sacó su móvil, abrió la app Google maps, empezó a moverlo con los ojos cerrados y cuando los abrió vio que su dedo estaba en Los Santos. Sin duda alguna y con mucha decisión se dirigió al aeropuerto para coger un vuelo hacia su nueva vida.
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